César Orquín y Amado Granell, la resistencia valenciana

Valencia

En 1969 se aprobó el plan parcial del polígono Fuente de San Luis, una zona en forma de triángulo rectángulo delimitada por la avenida de la Plata, Ausias March y la avenida diagonal Alcalde Gisbert Rico. La avenida del General Urrutia, continuación de la calle Luis Santángel, se proyectó como arteria principal del nuevo barrio, uniendo perpendicularmente la ronda de tránsitos con la avenida de la Plata y la de Hermanos Maristas, a la que se conectaba con una gran curva tangente a la mencionada diagonal de alcalde Gisber Rico, auténtica frontera urbana entre la ciudad y su huerta, en cuyo punto de intersección se encontraba el acceso a la carrera de En Corts.

Pero el nuevo plan de ordenación urdido en los años 80 rediseñó toda esta zona, y relegó a la avenida de Gisbert Rico a vestigio de otra época, y proyectando un nuevo barrio hacia el sur, siguiendo las viejas alineaciones y levantando enormes rotondas en los cruces. Los nuevos tiempos también trajeron, aunque con cierta calma, nuevas denominaciones para las calles que no respetaban la memoria histórica, como el caso de la avenida del General Urrutia, cuyo nombre fue sustituido por el de avenida Amado Granell, en reconocimiento al militar valenciano que liberó París de la ocupación nazi.

Y siguiendo la misma política de recuperación de la memoria democrática, junto a esta avenida de Amado Granell, justo en el punto donde se encontraba la carrera de En Corts y el entrador de la Canaleta, se ha formado una especie de plaza entre grandes torres de viviendas a la que el Ayuntamiento aprobó denominar la semana pasada con el nombre de César Orquín, otro valenciano hasta ahora poco conocido, y que gracias a la labor de investigación llevada a cabo por los historiadores Guillem Llin y Carles Senso, se ha descubierto que salvó la vida a cientos de personas en los campos de exterminio nazi. Orquín nació en la calle Alboraya en 1914, hijo ilegitimo de un miembro de la familia Trenor. Tuvo una infancia acomodada, pero su forma de entender el mundo le aproximó al anarquismo y a doctrinas progresistas que ya nunca abandonaría. Luchó contra el fascismo alistado en las Brigadas Internacionales en el Batallón Lincoln, y acabó con sus huesos, como millones de presos políticos, en el campo de concentración y exterminio de Mauthausen. Pero gracias a su conocimiento del idioma alemán y sus dotes de liderazgo, se erigió como jefe de los comandos de trabajo, circunstancia que le permitió sortear el implacable régimen nazi, eligiendo personas para sus brigadas de trabajo para las que conseguía condiciones más favorables y una mejor alimentación, logrando así salvar a más de trescientos españoles en aquel infierno en la Tierra.