"En Aranda es muy fácil acceder a la marihuana y consume muchísima gente"
Un joven arandino cuenta cómo cayó en el consumo de cannabis a los 13 años, muy extendido en la Ribera, con un testimonio estremecedor en el que se evidencia el elevado consumo desde muy temprana edad
"Robaba dinero a chicos de mi edad para poder conseguir marihuana"
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Aranda de Duero
En las últimas semanas han sido muchas las noticias que han surgido alrededor de localizaciones de plantaciones de cannabis en Aranda de Duero y Ribera y sus correspondientes detenciones efectuadas por los cuerpos policiales. Una situación que evidencia el cultivo de marihuana, pero también por tanto su consumo, que cada día parece estar más normalizado y accesible para la población joven. Incluso, en más de una ocasión se ha cuestionado en el Congreso la posibilidad de legalizarla.
Señalada como droga y como un delito penado por ley, quizás faltan más testimonios que hablen sobre ella. Más voces autorizadas. Más experiencias. Y por ello, en Radio Aranda hemos iniciado un espacio en el que los distintos agentes que rodean a esta hierba van a contar su experiencia, su uso, y sus consecuencias. Y el primer testimonio ha sido el de un joven arandino -llamémosle X- que aún menor de edad, se ha atrevido a contar su experiencia en la SER. Como consumidor, y como vendedor. Y con todo tipo de detalles.
El inicio del consumo
"La marihuana creó una adicción en mí. Empecé consumiendo porros a los 13 años a través de un amigo. Coqueteé con cachimbas y cosas de esas un año antes. Acepté por curiosidad para saber qué se sentía. No era un consumidor habitual, pero a medida que pasaba el tiempo consumía más. Primero de vez en cuando, luego de fiesta, después los fines de semana... He estado enganchado a la marihuana 3 años. Y si tienes dinero bien, pero cuando se acaba y tienes mono tienes que buscar tus maneras de conseguirlo. En algunos casos vendiendo o robando. Entre alumnos se ofrece, y hay gente que va a los colegios. Al vendedor no es fácil detectarle, pero sí al que consume. Yo robaba a chicos de mi edad y más mayores, pero nunca a amigos, y en casa tampoco robé. La marihuana me daba tranquilidad, me evadía. Supongo que por eso hay gente que no lo deja, es una forma de no enfrentarse a la realidad".
Cómo se enteran sus padres
"En una reunión en Proyecto Joven por otro tema diferente, me preguntaron delante de mis padres si yo fumaba y dije que sí. Mi madre rompió a llorar y mi padre supongo que ya se lo esperaba, no le miré. Yo sentí vergüenza. Me dijeron que lo dejara, y me han ayudado, me han dado su apoyo. Mis padres son un ejemplo a seguir y un punto de apoyo en todo. Creo que no tienen miedo de que pueda recaer, me ven fuerte".
La venta de marihuana
"Tú coges una tanda y te dedicas a distribuirlas por las calles. Por las formas de vestir entiendes quién puede consumir. No te da apuro porque tampoco vendes a alguien que no conoces, más si sabes que es alguien que fuma. En Aranda es muy fácil acceder a la marihuana. No le vas a vender a un chaval que tiene 10 años, pero sé que aquí mucha gente joven consume, se empieza de los 13 a los 16. Y no se entiende de gente de barrios bajos o altos. Y no todos los casos son iguales. Yo no me alejo de quienes lo hacen, intento ayudarles porque sé lo que es estar metido ahí".
Un día de su vida anterior
"Me levantaba a las 11, me iba a un parque y me pasaba el día fumando. Comía a las 3 de la tarde en casa y volvía a salir a fumar, para volver de madrugada. Veía muy poco a mi familia. Efectivamente afectó a mis estudios, siempre sacaba el curso aunque no era de buenas notas. Causó un desinterés hacia lo académico y acabé yendo a la calle en vez que a clase".
El duro proceso de dejarlo
"Hay amigos que huyeron de mí, mucha gente. Se apartaron sin decirlo, aunque hubo un grupo que me alertó de que por ese camino iba mal. Todo cambió cuando me metieron en un centro de menores por otros asuntos y nos hacían análisis. Si no estabas 'limpio' no podías ir a casa, porque yo estaba en un régimen abierto. Allí me planteé dejarlo. Lo hice por volver a casa, pero cuando lo dejé no tenía mono. Las dos primeras semanas fueron las más duras, pero solo hay un camino, lo dejas o lo dejas. Yo entrenaba cuando tenía mono. He encontrado en el deporte una válbula de escape. Y tengo claro que no voy a volver. Tienes que alejarte lo más que puedes, que no fumen al lado si lo estás dejando".
Su futuro y la ayuda de los profesionales
"No me sentí ayudado ni comprendido. Pero es evidente que el afectado tiene que querer cambiar. Yo lo hice porque quería ver a mis padres, nunca me he querido alejar de ellos ni los vi como enemigos. No voy a volver a caer. Lo tengo claro. La lucha ha sido complicado, y mis padres me han ayudado mucho. Sé lo que es estar metido en el cannabis y no me interesa volver a ese ambiente. Como deportista noto en los pulmones una mejora brutal".
Marihuana: un problema sin solución
"No se puede hacer nada para evitarlo, por más gente que paren o detengan, eso es algo que siempre habrá en las calles".
Este joven es un ejemplo para todos. Él ha tenido el coraje de levantarse, de encontrar en sus padres un ejemplo a seguir, y de encontrar en su historia la posibilidad de concienciar a más jóvenes para que se alejen del consumo de la marihuana. Un testimonio estremecedor. Conmovedor. Y esperemos, también concienciador, que puede reproducirse en el inicio del artículo.