El Cronista Oficial, Ildefonso Alcalá, investido Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro
En la provincia son una docena de caballeros y damas de la Orden, en todo el mundo unos 20.000
El objetivo de la orden, sostener y desarrollar la presencia cristiana en la cuna del cristianismo
Jódar
El pasado fin de semana, el Cronista Oficial de Jódar, Ildefonso Alcalá Moreno, fue investido, por su Eminencia el Cardenal don Carlos Amigo Vallejo, como Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Lugartenencia de España Occidental.
El Solemne acto tenía lugar en la Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, con la asistencia del Lugarteniente de la Orden Excmo. Sr. D. José Carlos Sanjuan y Monforte y el Embajador dott. Excmo. Sr. D. Ludovico Visconti di Modrone, gobernador general de la Orden del Santo Sepulcro. Actuó como padrino el Ilmo. Sr. D. Eduardo López y Aranda.
La Orden está integrada por unos 20.000 caballeros y damas repartidos por todo el mundo, una docena en la provincia de Jaén, abogando por los intereses, sostenimiento y desarrollo de la presencia cristiana en la cuna del cristianismo.
La misión de los integrantes de la Orden es vivir el camino espiritual con el que se han comprometido, reforzar sus lazos fraternales, dar testimonio personal, apoyo moral y apoyo mediante sus aportaciones, del desarrollo y sostenimiento de las actividades y estructuras asistenciales, culturales y sociales de Tierra Santa. La Orden mantiene el Patriarcado Latino de Jerusalén. Contribuye a asegurar la existencia de las comunidades cristianas, extendiendo su actividad caritativa a todos los que la necesitan, independientemente de su credo y de la religión que profesan.
Iniciativas de asistencia y desarrollo de ayuda a los jóvenes, ancianos, discapacitados y marginados; la contribución al desarrollo social por la educación, la defensa de la libertad de culto, la programación del ecumenismo, la defensa de las minorías étnicas y la búsqueda de la justicia y de la paz en estos territorios de Oriente Próximo. Esta asistencia comprende también la financiación para la construcción, la restauración, el acabado, y el mantenimiento de iglesias y santuarios, de instituciones educativas, de centros de formación, de residencias para los sacerdotes y religiosos, de centros para la infancia, colegios, instituciones para los ancianos e inválidos, y establecimientos médicos y sociales. Y de proyectos y programas de desarrollo social bajo la forma de ayudas a la vivienda, de bolsas de estudio, de pequeños préstamos a las empresas para su puesta en marcha y otros tipos de asistencia social. En circunstancias normales se han cubierto todos los costes de gestión de las estructuras del Patriarcado y de sus instituciones.
Durante los últimos decenios se han edificado cuatro jardines de infancia, tres grandes escuelas, una primaria y secundaria de 950 alumnos en René, cerca de Nazaret, en Israel, una segunda con 1043 alumnos en Fuheis, Jordania, y la tercera en Kerak-al Wasieh, en el sur de Jordania. Un Orfanato en Belén, una casa para chicos en Betania, un centro de acogida para chicas, dos centros de acogida, uno en Haifa y otro en Ain Karem, Israel, para niños discapacitados graves (judíos, musulmanes y cristianos), una residencia de ancianos para cincuenta personas indigentes en Abu Dis, Jerusalén, tres organizaciones de comidas a domicilio que proporcionan tanto en comidas calientes como asistencia personal a necesitados y ancianos de la ciudad vieja de Jerusalén y de Beit Hanina. Actualmente y gracias a la generosidad de los miembros de la Orden y a las iniciativas promovidas por algunas Lugartenencias para recoger fondos destinados a dichas ayudas, ha sido posible ofrecer apoyo a las familias en dificultad y poder garantizar la asistencia sanitaria (pago de tratamientos médicos, terapias, operaciones quirúrgicas y medicamentos), así como cubrir gastos de agua y luz de las familias más indigentes.
Han transcurrido más de nueve siglos desde que en el año 1099 d.C. Godofredo de Bouillón, en la Primera Cruzada para liberar del Islam los Santos Lugares, conquistara la ciudad de Jerusalén a los musulmanes constituyendo el reino de Jerusalén. Llamado ‘Protector de Jerusalén’, ya que no quería coronarse rey donde se coronó a Jesús con espinas, fue Godofredo quién fundó la Orden de Caballeros Sepulcristas. Constituían una guardia noble, que velaba y custodiaba con sus armas noche y día el Santo Sepulcro vacío de Jesucristo, defendiendo las murallas de la ciudad de Jerusalén, protegiendo a sus habitantes y acompañando a sus reyes en las batallas.
Novecientos años después, la Orden de Caballería, Ecuestre, Militar y Pontificia del Santo Sepulcro de Jerusalén, la más antigua de las órdenes de caballería, se ha mantenido pese a los avatares de la historia, y así continúa en la actualidad, activa y viva. Sus miembros y lugartenencias extendidas por todo el orbe trabajan a favor de la presencia y los intereses de los cristianos en Tierra Santa, territorios que ocupan hoy el estado de Israel, Palestina, Jordania y Chipre.
Según la premisa de los Estatutos de esta Orden, la Caballería se define: “… Como autodisciplina, generosidad y valentía. Quien no tuviera la firme voluntad de desarrollar y profundizar estos comportamientos en su vida, jamás puede convertirse en sepulcrista. El celo por la renuncia en medio de esta sociedad de la abundancia, el compromiso generoso a favor de los más débiles y la falta de protección, la lucha valiente por la justicia y la paz, son las características de la Orden del Santo Sepulcro…”. Si bien pasaron los tiempos del Caballero de brillante armadura que acudía con su espada a defender el Santo Sepulcro, éste sigue estando allí en Jerusalén y tan amenazado como antaño.
Actualmente se tratan de Caballeros pacíficos, aunque debemos añadir que el coraje y la perseverancia, requeridos para poder cumplir con nuestra misión en estos tiempos de proteger el legado cristiano en Tierra Santa, no son menores que los necesitados antaño. Los Caballeros Sepulcristas han cambiado la fuerza de las armas por la solidaridad fraternal y se combate ahora mediante el testimonio personal, recordando y dando a conocer con nuestro empeño las trágicas circunstancias por las que atraviesan hoy en día los Santos Lugares y los cristianos que habitan allí, así como promoviendo y financiando iniciativas de asistencia y desarrollo en la zona.