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La València olvidada

Elena Just, referente del primer feminismo valenciano

Promotora de una de las primeras huelgas de mujeres de València que logró mejores condiciones laborales para las trabajadoras de las fábricas de seda a principios del siglo XX

La València Olvidada. Elena Just

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Valencia

Elena Just fue una de las figuras más importantes del republicanismo valenciano de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Nació en la Alzira de la Primera República, en el año 1873, en el seno de una familia republicana, y muy joven se trasladó a València. Elena era una mujer ilustrada y librepensadora. Colaboradora habitual de la prensa valenciana del momento. Ayudó en proyectos educativos, en la mejora de prisiones y hospitales y también, curiosamente, participaba en la masonería y fundó un grupo, una logia femenina, llamado “Hijas de la Unión”.

Elena pasó a situarse como referente del primer feminismo valenciano a inicios del siglo XX, y en ello debió influir que hubiera sido una de las primeras en interponer una demanda de divorcio en ese mismo año, o que se hubiera significado políticamente, ya fuera escribiendo en favor del laicismo o por su participación en el grupo librepensador "El Independiente", en el que se mezclaban anarquistas, socialistas y republicanos.

Afortunadamente disponemos de un testimonio del sobrino de Elena, que nos cuenta como era ella: "Iba al frente de las manifestaciones tumultuosas (…). Tenía en la masonería a cargo suyo las obras de misericordia (…) Leía mucho. Tenía grandes estantes llenos de libros. Su formación propiciaba además, que a su casa acudieran otros republicanos en busca de ayuda material y de consejo político y por ello, '(su) casa estaba siempre llena de gente'. Por ello también sus correligionarios la elogiaban comúnmente por “sus dotes como propagandista y por sus valientes actuaciones y palabras”.

El número 2 de la Calle Ensendra 2 de València fue la sede de la Federación de Sociedades Obreras, un lugar donde se unían las diferentes sociedades obreras, (hasta 30), de ebanistas, carpinteros, lampistas, sombrereros, tallistas, zapateros, panaderos, pasteleros, vidrieros, silleros y un largo etcétera. Era muy habitual, durante la segunda mitad del siglo XIX, que los obreros se unieran calcando la estructura de los viejos oficios gremiales, pero rechazando su forma organizativa basada en la existencia de maestros, oficiales y aprendices, sustituidos todos ellos por la nueva categoría de obrero de fábrica y oficio, que es un asalariado.

Las hilanderas en lucha 

Este es el lugar donde se llevaron a cabo las negociaciones de uno de los eventos más importantes de la actividad política de Elena Just. Elena, junto con su compañera Carmen Soler, fundó la sociedad llamada Bien de Obreras en el año 1899. Esta sociedad, que se reunía aquí, ayudó muchísimo a las mujeres hilanderas de la seda de Valencia. La hilatura de la seda fue uno de los primeros sectores de la conversión industrial valenciana. Y en este sector (cada vez más feminizado) las mujeres cobraban aproximadamente un 60 por ciento menos de lo que un hombre podía ganar en otro oficio urbano y contaban con una jornada laboral superior a la media, que oscilaba entre las 12 y las 16 horas. Para tratar de mejorar esta situación, las trabajadoras de las fábricas de seda, junto con Elena Just, emprendieron una de las primeras huelgas de mujeres de València. Al menos, la primera de la que tenemos constancia actualmente.

Podríamos decir que las huelgas feministas del 8 de marzo actuales tienen unas antecesoras valencianas. Durante el año 1902, hace casi 120 años, se inició una huelga de hilanderas valencianas. Los motivos de la huelga eran las míseras condiciones laborales de las obreras. Concretamente, las huelguistas hicieron dos reivindicaciones: media hora para el desayuno (en una jornada laboral de once horas) y un aumento salarial para llegar a cobrar la mitad del sueldo del peón varón peor pagado de la fábrica.

Los dueños de la fábrica, ubicada en la calle Guillem de Castro y propiedad de la familia Alpera, se negaron a introducir estas medidas. En respuesta, las 150 trabajadoras de la fábrica iniciaron una manifestación hasta que se unieron 400 mujeres del sector del tejido de la zona. Se estima que gran parte de las mujeres vinculadas al textil secundaron la huelga, que duró un mes. Incluso estuvo a punto de estallar una huelga general, por el apoyo mayoritario de las sociedades obreras masculinas a la lucha de las hilanderas.

Final (casi) feliz

Después de muchos días de lucha y con el apoyo de las sociedades obreras de la ciudad, las hilanderas consiguieron que los patrones de la fábrica aceptaran sus reivindicaciones. Desde ese momento, las trabajadoras podían desayunar y disfrutaban el aumento salarial, aunque continuaban cobrando la mitad que sus compañeros varones. Y todo esto, con la ayuda por supuesto de Elena Just, que era la encargada de negociar con los patronos y el gobernador. Ciertamente, esto mejoró la vida de las trabajadoras valencianas y aún hay un gran desconocimiento sobre la vida de mujeres como Elena Just.

 ** Texto: Carme Bernat Mateu, historiadora, doctoranda en el Departamento de Historia Contemporánea y el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, y profesora de Historia. 

 
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