El regreso de la fiesta del fútbol vasco
El derbi de este domingo ha sido el primero celebrado con el 100% de aforo permitido y el color ha vuelto a inundar las calles y las gradas como hacía mucho tiempo que no ocurría
Bilbao
Han sido cerca de dos años en los que a los derbis entre Athletic y Real Sociedad les ha faltado un ingrediente fundamental: el colorido. Más allá de piques amistosos, si hay algo que caracteriza el derbi vasco por antonomasia es el buen ambiente existente entre las aficiones.
Y es algo que tampoco se vivía desde el estallido de la pandemia del COVID-19. De por medio, tres enfrentamientos entre ambos, incluída la final de Copa de La Cartuja, en los que las gradas han permanecido desiertas. Ahora, con el cien por cien de aforo permitido, la fiesta ha vuelto, en este caso, a Anoeta.
Es más. El campo donostiarra ha batido su récord de asistencia, congregando para la cita a 37.066 espectadores y superando así los 36.730 que, curiosamente, había reunido en 2020 el último derbi ante el Athletic disputado antes de la pandemia.
Entradas agotadas
En Bilbao se pusieron a la venta en torno a 550 entradas. Se apuntaron más de 2000 socios, así que el club tuvo que realizar un sorteo. Es evidente que la coincidencia del partido con la festividad del uno de noviembre ha ayudado a que muchos se animaran a desplazarse a San Sebastián.
También en la capital gipuzkoana se intuían las ganas de derbi desde hace días. Las entradas puestas a la venta en taquilla también se agotaron. Qué duda cabe de que la afición está especialmente motivada con el buen momento del equipo de Imanol Alguacil.
Desde primera hora
Además, la hora del partido hacía fácil confeccionar un domingo de derbi. Viaje por la mañana desde Bilbao, comida en Donostia, tarde de poteo y animación por las calles y finalmente, todos hacia el campo.
Han sido muchas las cuadrillas que, desde el mediodía, han dado color a las calles de la Parte Vieja donostiarra. Ya por la tarde, el ambiente se ha desplazado a las calles aledañas al estadio txuriurdin. Después, la traca final: gradas a reventar con aficiones mezcladas que hacen distinta, especial, esta fiesta del fútbol vasco.