El Gran Stadium o de cuando València quiso ponerse en el mapa del deporte en los años 20 del siglo XX

Valencia

El Gran Stadium del Turia nació, de la noche a la mañana, en mayo de 1923 entre los puentes de la Trinidad y del Real de València. Son las fechas en las que la ciudad estaba pendiente de la Coronación de la Virgen y de la visita de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, siendo entonces alcalde José Artal, liberal albista, que gobernaba en coalición con los republicanos.

Hubo una especie de pacto tácito entre las partes y se concedió por 50 años el uso de ese tramo del rio Turia. Y todo indica que se hizo a cambio de una pacificación del republicanismo durante los actos de la Coronación.

Fue un campo de fútbol de 300 por 100, es decir, 30.000 metros cuadrados entre los puentes del Real y de la Trinidad. El proyecto tendría graderíos de cemento y espacio para atletismo y velódromo. Pero, además, por la Ciudadela, contendría un parque acuático, con su correspondiente Club Náutico, que ocuparía entre el puente del Mar y del Real, quedando en el centro la pasarela, cuyos bajos se dedicarían a cafés, restaurantes y otros usos recreativos

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València quedó fascinada, más que encantada. Aquella zona del río era un nido de mosquitos con aguas estancadas. Además, el fútbol estaba de moda intensamente y todas las ciudades tenían su propio Stadium. El proyecto nació cuando el Valencia ya tenía su Mestalla, pero el Gimnástico no tenía un buen campo. Así que se pactó que ese sería su terreno de juego. 

Ocurrió como cuando se creó el circuito urbano de Fórmula 1 en València. Ese Stadium nos pondría en el mapa de las grandes ciudades, pero no se vieron los detalles.

Había un director que daba la cara, pero el empresario promotor fue Vicente Ferrer Peset, uno de los fundadores de la Trasmediterránea y promotor inmobiliario. Republicano, amigo personal de Blasco Ibáñez. Fue protegido por "El Pueblo", el todopoderoso diario republicano.

Mirones, no 

A lo largo de los años, se dieron toda clase de espectáculos deportivos -desde boxeo hasta hípica- además de celebrarse verbenas, conciertos de jazz-band y "varietés". Hubo una intensa actividad, con miles de personas que pagaban su entrada para disfrutar de la oferta lúdica.

Sin embargo, se hicieron escaleras rompiendo los pretiles en algunos puntos. Y se consintió un vallado de toda la zona, con lonas en los puentes que se levantaban para que los mirones no vieran el futbol sin pagar. 

Las riadas fueron su enemigo, claro está. En otoño e invierno las hubo con frecuencia, desde el mismo 1924. Hubo inundaciones de importancia y no se pudieron combatir con un canal que se trazó para desviar el agua. La zona, como consecuencia, estuvo llena de charcas. Y de ranas.

De ahí viene que, el Gimnástico, que jugaba en la zona, fue el club "granota", el club de las ranas. En un famoso partido contra el València, en octubre de 1924, el club regaló miles de ranitas de metal que se hicieron famosas después de la victoria contra el equipo que entonces era tenía como símbolo un león.

Hacia 1928 el interés por el estadio decayó. Empezaron las críticas al patrimonio dañado. El periódico Las Provincias recordó que el conjunto monumental estaba afeado por los carteles publicitarios y se fue abandonando el Stadium. El Gimnástico se trasladó en noviembre de 1925 a su campo de Vallejo.

** Texto de Francisco Pérez Puche, cronista oficial de la ciudad de València. Periodista y escritor.