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Historia | Ocio y cultura

Pablo Díaz Usinaga, un testigo vitoriano del asesinato de Cánovas del Castillo

El arma utilizada en el asesinato se encuentra expuesta en el Museo de Armería de Vitoria

Ceferino Yanguas

Vitoria

El balneario de Santa Agueda, situado en las cercanías de Arrasate (Gipuzkoa), fue famoso por sus aguas termales, que mejoraban ciertas enfermedades y padecimientos. Los pacientes bebían el agua o tomaban baños en ella, de sus abundantes manantiales de diversa graduación sulfurosa y ferruginosa. La temporada oficial de apertura era desde 1 de Julio al 15 de Septiembre.

Por su parte era un lugar apropiado para que la gente pasara unos días alejado de los ajetreos propios de los cotidianos quehaceres, facilitándose asistencia médica para la prescripción de los tratamientos.

El confortable hotel del complejo era suntuoso y uno de los mejores de España, disponiendo de departamentos especiales para familias y comedores privados. Ponía a disposición de los clientes coches o diligencias para realizar excursiones o trasladarse a otro lugar.

No todo el mundo podía permitirse gastar un dinero en la estancia de unos días en el balneario; solamente los adinerados, la nobleza y los políticos de nivel elevado eran sus principales clientes. Uno de los habituales usuarios era el Presidente del Consejo de Ministros de España, Antonio Cánovas del Castillo, que dejaba por unas semanas su despacho del caluroso Madrid para disfrutar de un clima agradable y desconectar de las tensiones políticas.

Para que nada faltara al presidente en sus estancias en el balneario, en agosto de 1895 quedó definitivamente montado el servicio de teléfono, para mantener comunicación constante desde la residencia veraniega del mandatario con Madrid y San Sebastián.

Habitualmente Cánovas hacía el viaje desde Madrid a Vitoria en tren, desayunando en nuestra ciudad en el Hotel Pallarés, tomando después una diligencia para dirigirse hasta Santa Águeda, realizando en ocasiones una parada en el alto de Arlaban para tomar un trago de agua en un manantial.

El cochero

Pablo Díaz Usinaga (1), natural de Aretxabaleta (Gipuzkoa) y residente en Vitoria, se había casado en julio de 1896 en Ozaeta (Álava) con Romana Arrizabalaga Arratibel, y ejercía la profesión de cochero, conduciendo carruajes tirados por caballos para transportar a los viajeros que lo solicitaban.

A finales de los años 90 del siglo XIX, donde centramos esta historia, Pablo se encontraba al servicio de Cánovas del Castillo, a quien trasladaba al balneario en landó -coche da caballos descubierto- o en diligencia, tras recogerlo a su llegada a la estación vitoriana, en el tren procedente de Madrid.

En una entrevista que se le hizo a Pablo, publicada en 1935 por el diario local La Libertad, recordaba uno de los viajes en el que junto a su padre, trasladó a Cánovas en una excursión hasta el Santuario de Aránzazu. Relata que, como la carretera transitable para carruajes no llegaba hasta el destino, a partir del paraje de “La Zapata” el presidente debió continuar el viaje montado a caballo. Cuando estaba preparado para bajar de la diligencia en ese punto, varios frailes se encontraban en el lugar para ver al presidente, entre ellos un lego, persona con aspecto de hombre fornido y robusto, que se acercó al coche y tras saludar a los viajeros preguntó a Cánovas si era la persona que presidía los destinos de España. Tras afirmar este que así era, lo agarró con la fuerza de un harrijasotzaile, y cogiéndole por la cintura y elevándolo en el aire, lo montó directamente en la caballería preparada al efecto.

En el verano del año 1897, en su viaje a Santa Agueda, el presidente no se apeó en la estación del tren de Vitoria como era lo habitual, sino que continuó hasta Zumárraga, desde donde se dirigió al balneario. Pablo Díaz seguía siendo su cochero de confianza y se encontraba en los baños, preparado para efectuar el viaje que el presidente le requiriera.

El 8 de Agosto de aquel año -1897-, Cánovas del Castillo sufrió un atentado en el balneario por parte de una anarquista italiano llamado MIchele Angiolillo, recibiendo varios disparos de revolver que le causaron la muerte.

Existen numerosas crónicas que relatan todos los detalles del asesinato, pero a nosotros nos parece interesante lo que contó en la mencionada entrevista del periódico, el vitoriano Díaz, que fue testigo del suceso: “Yo me encontraba, en aquel entonces al servicio de don Antonio Cánovas del Castillo como cochero. Esto ocurría en el año 1897. El señor Cánovas del Castillo estaba pasando una temporada en el balneario de Santa Agueda en compañía de su esposa doña Joaquina Osma, hija del general Osma, y eran huéspedes de aquel establecimiento, también, el marqués de Lema, ministro de Estado a la sazón, que a su vez ejercía el cargo de secretarlo particular de don Antonio; el comisario de la policía don Antonio Puebla con varios agentes a sus órdenes; don Ricardo Álava, hijo del general de igual apellido; el senador Vázquez,etc."

"El día 8 de agosto del expresado año se cometió un crimen execrable. Se dio muerte a Cánovas del Castillo, hombre eminente, de cualidades admirables y de un trato familiar. Me encontraba yo en el jardín del balneario y sobre la una menos diez de la tarde, doña Joaquina, su esposa, le llamó para que bajara a almorzar, como así lo hizo, sin perder de vista un periódico, con cuya lectura se deleitaba. D. Antonio tomó asiento en una butaca y este instante fue aprovechado por Angiolillo para cometer el asesinato."

"No quiera usted saber el revuelo que allí se armó. Fue algo tremendo. Yo estaba junto a los policías, y doña Joaquina a una distancia que no llegaría a los quince metros. Pasada la primera impresión, entre el bañero, su hijo, un policía y yo, cogimos el cuerpo exánime de don Antonio y lo subimos a su habitación. Algunos más intervinieron en esta penosa misión, pero por el tiempo transcurrido no lo recuerdo exactamente.”

La Ilustración Española y Americana

Díaz recordaba que el último viaje que hizo con Cánovas, antes de la tragedia, fue el 3 de agosto a Placencia de las Armas, para asistir a las pruebas de unos cañones, en el que sus caballerías trotaron a máxima velocidad para llegar a tiempo, siendo felicitado por el presidente, con la frase “esto es andar”. Tras las pruebas se obsequió a Cánovas con un banquete, en el que Pablo estuvo presente, manifestando que fue en esa ocasión cuando probó por vez primera el champagne.

El cochero dejó esa profesión y durante varios años, hasta su fallecimiento en Vitoria en 1938, fue empleado como ordenanza en las oficinas del Ferrocarril Vasco Navarro de nuestra ciudad. Era el encargado de ingresar diariamente en el Banco de España, la recaudación obtenida en la venta de billetes del tren, acudiendo a la sede del banco escoltado por dos policías uniformados.

Diario La Libertad

El arma

Junto al palacio de Ajuria Enea, la residencia oficial del lehendakari, se encuentra ubicado el Museo de Armería de Álava, edificio que fue utilizado originariamente como frontón de la mansión construida por Serafín Ajuria. En su adaptación a museo se respetó su estructura completa, sus fachadas originales y la cubierta, construyéndose un cierre nuevo en la contracancha, uniendo el espacio abierto que se encontraba entre las columnas existentes. Fue adaptado su interior por la Diputación Foral, para mostrar en dos plantas una interesante colección de armas y corazas de diversas épocas.

Fundación Sancho el Sabio

Allí se encuentra expuesta el arma con la cual efectuó los disparos el anarquista italiano. Está colocada en un estuche de madera, que al parecer es el original en el que se colocó al ser entregada, en el que figura una placa en la que se lee cual es su procedencia: “Revolver con el que el italiano Angiolillo mató a Cánovas del Castillo, en el balneario de Santa Agueda (Guipuzcoa) el 8 de agosto de 1897, Donación de los hijos del entonces Capitán General del Norte Don Basilio Augustin Dávila”.

Iñaki Armentia

El citado general, natural de Cádiz, estuvo destinado en Vitoria como Gobernador Militar y aquí se casó con María de María de los Desamparados Tosantos Micó el 7 de julio de 1879. Cuando sus destinos los ocupaba en otras ciudades, eran frecuentes sus visitas y estancias en la capital alavesa, a la que apreciaba. Parece ser esta la razón de que depositaran sus sucesores el revolver en el museo alavés, y no en otro.

Por expreso deseo suyo, al sentirse gravemente enfermo, fue trasladado a nuestra ciudad donde quería pasar sus últimos días de vida, falleciendo en Vitoria el 7 de agosto de 1910.

Michele Angiolillo

Michele Angiolillo Lombardi, el autor de los disparos, no puso ninguna resistencia al ser detenido, y sabía lo que le esperaba. Fue sometido a un consejo de guerra exprés, en el que se le condenó a muerte.

En la publicación “Los anarquistas ante sus jueces”, editada en 1936 en Barcelona, se reproducen sus manifestaciones ante el tribunal militar que le juzgó. Extraemos algunas frases: “Señores no os encontráis delante de un asesino, sino ante un justiciero. Supe que centenares de seres humanos, encerrados en una fortaleza, desde ahora tristemente célebre, sufrían toda clase de torturas. Supe que cinco de estos hombres fueron asesinados, que setenta fueron condenados a penas severas, que se había desterrado a inocentes y que todos esos eran anarquistas o considerados tales. Sentí desde el fondo de mi corazón un invencible odio contra el hombre de Estado que gobernaba con el terror y la tortura.”

La ejecución

La ejecución de Angiolillo, mediante garrote vil, llevada a cabo en el patio de la cárcel de Bergara (Gipuzkoa) el 20 de agosto de 1897 -12 días después del atentado- fue fotografiada. Las imágenes fueron obtenidas desde una ventana, sin que su autor fuera descubierto, considerándose que es la primera vez que se obtuvo información gráfica de un ajusticiamiento en España.

Los negativos originales de ese reportaje se custodian en el Archivo Real y General de Navarra, que es el que nos ha facilitado las imagines digitales que reproducimos mas adelante.

Félix Segura Urra, Jefe de Sección del Archivo, nos ha facilitado una interesante información sobre las mismas y su autor: “El fondo fotográfico Marqueses de la Real Defensa, en su mayor parte está formado por fotografías de José Brunet Bermingham, uno de los fotógrafos amateur donostiarras más conocidos por su temprana dedicación a la fotografía. El hecho de que formen parte del fondo Marqueses de la Real Defensa y se vinculen con Brunet no las asigna directamente a su autoría. José Brunet falleció en 1891, de manera que él no pudo realizar las fotografías de la ejecución de Angiolillo, realizada en 1897. A este respecto, desde la Fundación Mencos, propietaria del fondo, Joaquín Mencos comenta que ellos atribuyen la autoría de esas fotografías a un hijo de José Brunet, de nombre Ubaldo Brunet Goitia, que continuó con la práctica fotográfica transmitida por su padre.”

Las fotografías ofrecen cuatro momentos de la ejecución, a las que hemos añadido una pequeña descripción.

Archivo Real y General de Navarra

Archivo Real y General de Navarra

Archivo Real y General de Navarra

Archivo Real y General de Navarra

FOTO CANOVAS 08

(1) En la inscripción de su bautismo en los registros sacramentales (Aretxabaleta 1871.01.15), consta su segundo apellido como Osinaga. Sin embargo en la mayoría de los documentos consultados, incluida su esquela (Pensamiento Alavés 1938.11.04), aparece como Usinaga.

 
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