Donostia 1813: El dantesco paisaje medio mes después del asedio
Nuevo episodio del especial sobre los 210 años del saqueo y del incendio de la ciudad de San Sebastián
Donostia 1813: Episodio 18
15:00
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San Sebastián
Con los fuegos, los disparos y las bombas aún resonando, poco más de medio mes después del asedio a la ciudad de San Sebastián, la división empleada en el ataque había sido trasladada al frente, es decir, ya habían sacado a los que habían atacado. Por su parte, las trincheras se habían empezado a desmoronar por sí mismas, ya que nos encontrábamos en un verano muy lluvioso. El convento estaba arruinado, y las pocas villas estaban desiertas, sin techos ni puertas, y perforadas todas por cañonazos.
No obstante, llamaba la atención al acercarse a la entrada de la ciudad el poco daño causado a las fortificaciones por el fuego de las baterías. Los muros y baluartes, junto a la puerta, parecían totalmente indemnes, incluso las troneras mantenían sus líneas, pero el puente levadizo se encontraba tirado en el foso, haciendo el paso peligroso. Además, las puertas abatibles estaban arrancadas.
En cuanto a lo que había sido calle principal de la ciudad, de las casas solo quedaban los armazones exteriores. Las fachadas eran de mampostería, pero se encontraban tan ennegrecidas y sucias que parecían irreconocibles. La calle estaba llena de escombros y ruinas, entre las que había muebles y ropas mezclados con gorros, utensilios militares y bolas de cañón. Tampoco faltaban las otras pruebas del drama, en forma de cadáveres en putrefacción que infectaban el aire con el olor más fétido. Por su parte, la brecha se encontraba materialmente cubierta con fragmentos de cadáveres que no se habían intentado sepultar.
Las primeras impresiones sobre la fortaleza eran equivocadas, pues las paredes se encontraban en un estado tan débil que sin haberlas alcanzado las balas, el retroceso de sus propios cañones las había desgarrado. Además, los cuarteles estaban totalmente perforados y en ruinas, y había numerosos hoyos en el suelo cubiertos con losas, hechos por los soldados para guardarse.