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Las cicatrices de San Sebastián 210 años después del asedio y quema de la ciudad

Nuevo episodio del especial sobre los 210 años del saqueo y del incendio de la ciudad de San Sebastián

El trascurrir del tiempo siempre ayuda a cicatrizar las heridas y en San Sebastián aún pueden vislumbrase los vestigios de los ataques que protagonizaron ambos bandos durante el asedio y quema de la ciudad.

Una de esas señales inequívocas de que algo sucedió durante aquellos primeros años del siglo XIX está entre el ayuntamiento y el Kiosko del Boulevard. En la pequeña plazoleta adoquinada de mármol que separa ambas estructuras se proyecta el boceto del arquitecto Pedro Miguel Ugartemendia de cómo iba a reconstruirse la ciudad. Cuenta con una plaza hexagonal en el centro de la que salen varias calles que se van bifurcando. No obstante, el proyecto no avanzó por problemas con los propietarios de los solares.

En el mismo Boulevard, el lado de la actual pescadería se puede ver una línea de color rojo en el suelo. Esta franja imita el recorrido de donde en su día estaba la muralla de la Brecha, una de las zonas más bombardeadas de Europa hasta el estadillo de las guerras mundiales.

La ventana del atrio de San Vicente esconde también restos de historia. El edificio era en su día un hospital militar dirigido por las tropas francesas y en la que había prisioneros británicos y portugueses. Así, los aliados asaltaron el lugar para liberar a sus compañeros. Resultado de esa ofensiva, en la que los galos muestran su resistencia, se puede observar tanto en la ventana como en el muro que lo rodeaba incontables impactos de fusilería. En el atrio de la Basílica de Santa María, donde los franceses montaros barricadas para resistir el avance de los británicos, pueden también verse las marcas de las balas.

En las puertas de madera del convento de Santa María hay varios agujeros que corresponden con el calibre utilizado en la época. La pared principal de la batería de Mirado está reconstruida en ladrillo, después de que grandes cañones británicos lo abrieran en brecha entre las 10 y 12 de la mañana del 8 de septiembre.

La fuente del Paseo Nuevo, del siglo XIX, tiene también su importancia, pues era la que utilizaban los franceses para coger agua, bajo el fuego de la artillería de la isla y de los barcos británicos. La fuente fue posteriormente blindada o abandonada.