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Tadej Pogacar, una txapela y una camiseta del Athletic: el Tour de Francia conquistó Bilbao

Bilbao se revolucionó a comienzos de julio por el desembarco de la caravana del Tour de Francia

El Tour que revolucionó Bilbao

Bilbao

Los carteles colgados de las farolas donde Ongi etorri se había trasformado gracias a un juego de palabras en un Ongi etourri. Nos acompañaron durante muchos días y formaron parte del atrezzo que adornó Bilbao los días previos a la Gran Départ del Tour de Francia. La ciudad estaba engalanada a la espera de la llegada de un acontecimiento sin igual. No solo porque Bilbao, Bizkaia y Euskadi son templos del ciclismo, sino porque los vecinos sabían que algo grande, muy grande se acercaba.

Y llegó el día. Bueno, primero llegó la víspera y, como no podía ser de otra forma, da igual que sea julio, apareció la lluvia. Daba igual. Abrimos los paraguas. Y, si no tenemos paraguas, pues nos mojamos. La explanada del museo Gugemheim -no había mejor escenario- acogió la presentación de equipos, un acto protocolario y muy vistoso.

Una presentación 'made in Bilbao'

Primera bilbainada: los ciclistas subían al escenario con la bicicleta, pero no lo hacían con sus cascos, no. Lo hacían con txapela. Una txapela bordada con el dorsal de cada uno. A algunos les quedaba de pena, pero daba igual. Calada hacia adelante, casi tapando los ojos, como si fuera el sombrero de un vaquero; otros totalmente hacia atrás, dejando bien despejada la frente; otros, de medio lado. Daba igual. Era una forma única, diferente, especial de acudir a la presentación de un acontecimiento inigualable.

Y Bilbao se llevó la palma. Nunca se ha vivido una presentación tan espectacular. El buen ambiente, ese escenario y un público entregado terminaron por contagiar a uno de los grandes del ciclismo mundial, a un corredor que venía a ganar el Tour de Francia y que, si ya se había ganado a los aficionados vascos encima de la bicicleta, se los ganó también sobre las tablas del escenario del Museo Gugemheim. Tadej Pogacar se vino arriba. "Aupa, Bilbao! Aupa, Athletic! Gorka Euskadi!", gritó ante un público entregado.

Los nervios del estreno

El momento se acercaba. El mundo estaba pendiente de Bilbao y de Bizkaia. El acontecimiento deportivo más importante del mundo por detrás de los JJOO y el Mundial de fútbol estaba a punto de arrancar en una pequeña localidad vasca de apenas 360.000 habitantes. En Bilbao había nervios. Y es que la capital bizkaina estaba a punto de llegar a los hogares de 190 países de todo el mundo. Hasta el alcalde, Juan Mari Aburto, tenía nervios ante el estreno.

Pero Bilbao estaba preparado para eso y para más. ¿El Tour? ¿La Grand Départ? Quién dijo miedo, si somos de Bilbao. El color predominante era el amarillo .Camisetas, maillots, carteles gigantes que cubrían las fachadas de los edificios, los maceteros de la Gran Vía, pancartas en muchos balcones y hasta un pintxo especial dedicado al Tour de Francia.

San Mamés, primeras pedaladas

Y por fin arrancó la carrera. En San Mamés, en 'La Catedral'. Mostrando al mundo que en esta ciudad vive un equipo que el diario L'Equipe, periódco organizador del propio Tour de Francia, llegó a calificar como caso único en el fútbol mundial. Pues que se entere el resto del planeta. Sí, aquí, en Bilbao, en este estadio juega el Atthletic.

Hasta el día acompañó. Salió el sol y casi 200 países de todo el mundo pudieron disfrutar de las imáenes que la televisión francesa transmitía de esta tierra. Pero no solo son fotos bonitas en un día soleado con paisajes costeros o de montaña. Ni mucho menos. Está también la mejor afición del mundo, por mucho que les pese a los holandeses, belgas o franceses, que tampoco lo hacen mal.

La mejor afición del mundo

Pero es que la gente en las aceras de las calles más céntricas de Bilbao, en los arcenes de las carreteras por donde discurría la etapa, en las exigentes cuestas de Pike bidea, donde se vivió un ambiente inolvidable, o en las rampas finales de la Avenida de Zumalakarregi, para buscar la meta en el parque de Etxebarria, puso a la capital bizkaina en el centro de ciclismo mundial.

Tanto que Marc Cavendish, el ciclista británico, el mejor sprinter de la historia, un hombre con más tiros en el ala que la bandera de Nápoles, tuvo que rendirse a la evidencia. Tuvo que rendirse a la afición vasca. El primer líder fue otro británico. Adam Yates, que cruzó la meta unos metros por delante de su heramno Simon. Fue un espectáculo. La nota para la primera etapa fue un diez.

La guinda la puso Pello Bilbao

Y llegó la segunda etapa, con salida en Vitoria-Gasteiz y meta en Donostia. Y luego la tercera, entre Amorebieta y Baiona. El Vivero, Jaizkibel, el Boulevard donostiarra, las carreteras entre viñas por la rioja alavesa, el alucinante paso por el puerto de Lekeitio, la llegada a Baiona. Miles de ikurriñas rindiendo pleitesía a la mejor carrera del mundo, pero diciendo también: así se hacen las cosas.

Y el Tour siguió fuera de Euskadi. Pero Bizkaia y Euskadi aún no habían dicho la última palabra. Pello Bilbao, un ciclista de Gernika, se consagrabra en la mejor carrera del mundo por etapas. Cruzó la meta en Issore, a los pies del coloso Puy de Dôme, diciendo aquí estoy yo. Lo he intentado en casa, no ha podido ser, pero esta victoria es para mi gente, para el público vasco, para que los demás sepáis cómo hacemos las cosas en Euskadi. Pero también para mi compañero Gino Mäder, mi compañero en el Bahrain, corredor que nos ha dejado este año después de un gravísimo accidente en la Vuelta ciclista a Suiza. Cuando el tour arrancó en Bilbao, la obsesión de Pello era dedicarle un triunfo de etapa. Y lo logró.