Comercios centenarios de Vitoria: Un legado de tradición e innovación
Recorremos Katxarritos Jauregui, Cuchillería Ferreiro y Pastelería Sosoaga para recuperar su historia y ver cómo afrontan el futuro

Comercios centenarios de Vitoria-Gasteiz
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Vitoria-Gasteiz
Vitoria alberga un tesoro invaluable en el corazón de sus calles: comercios que han resistido el paso del tiempo durante más de un siglo, adaptándose a los cambios sociales, económicos y tecnológicos sin perder su esencia. Establecimientos centenarios, 20 actualmente, que se han convertido en guardianes de la historia local y testigos de la evolución de la ciudad que han transmitido de generación en generación. Negocios que también cuentan historias fascinantes de esfuerzo, tradición y amor por el oficio. Todo ello en un contexto marcado por la globalización y la proliferación del comercio online, la persistencia de estos negocios familiares es un testimonio de su compromiso con la calidad, el trato cercano y la conexión con la ciudadanía, tanto locales como visitantes que cada vez más llegan hasta Vitoria.
Comenzamos nuestro recorrido yéndonos hasta el casco histórico, donde, desde 1907, encontramos Katxarritos Jauregui, actualmente regentada por Marta Estíbaliz Fernández de Jauregui, la tercera generación al frente del negocio, que nos cuenta el por qué de ese nombre: “A mi padre, Félix, todo el mundo le conocía como 'Cacharritos', hasta el punto de que íbamos por la calle y en vez de llamarle por su nombre, le decían '¡Oye, Cacharritos!'”.
La tienda, que comenzó vendiendo barro y tinajas —imprescindibles en la época para conservar alimentos—, fue ampliándose con los años al ritmo que marcaba la sociedad. “Mi abuelo vino de Betoño y montó la tienda en lo que era su propia vivienda”, recuerda Marta. “Mi padre le dio un impulso importante, adaptando el negocio a las necesidades del hogar moderno”. Hoy en día, el establecimiento ofrece desde ferretería hasta menaje de cocina, manteniendo siempre ese trato cercano: “Aquí los clientes ya son familia, así me lo enseñaron mis padres y creo que es imprescindible mantener el contacto directo, ya que es algo que se está perdiendo en otros comercios", indicó Fernández de Jauregui.
Aunque la página web y el logo han sido actualizados, Marta no se plantea una gran remodelación del local. "No, no, no, porque yo ya estoy ya, no te iba a decir para jubilarme, pero con otro pensamiento, además es que creo que perdería la esencia". Su mirada hacia el futuro se centra en seguir ofreciendo una amplia variedad de productos, adaptándose a las tendencias actuales como la ecología y la salud, sin renunciar al espíritu tradicional de "ir mirando" y ofreciendo soluciones a las necesidades de sus clientes. "Seguimos aquí al pie del cañón abriendo todos los días".
Ferreiro: entre el hierro y la historia
Nos acercamos a otro de los rincones con más alma de la ciudad: el taller de afilado de Ángel Ferreiro, uno de los últimos, sino el último afilador y forjador de Álava. El local tiene 135 años y fue fundado por su bisabuelo Rodrigo Ferreiro, quien llegó desde Galicia con una bicicleta y una piedra de afilar.
Ángel es la cuarta generación en este negocio artesanal, y aunque al principio iba un poco a regañadientes, acabó aprendiendo el oficio observando durante horas a su padre. “Hay que mamarlo, es una profesión que no se puede aprender sólo estudiando, sino que hay que meter horas en el taller”, indica Ferreiro, subrayando que este tipo de trabajos no se aprenden con un cursillo rápido.
Son muchos los utensilios que le llegan cada día hasta su taller, desde cuchillos de cocina hasta tijeras quirúrgicas para operaciones de ojos o agujas de autopsias, como aparatos más curiosos. Además, también ha fabricado cuchillos especiales para hospitales.
El trabajo del afilador no está exento de riesgos, que ha experimentado en carne propia. "Con las máquinas antiguas que tenía, me enganché la manga del mono con la polea y me rompí el cubito y el radio, además me saltó y no me dio en el ojo de milagro". Estos accidentes, lejos de desanimarlo, forman parte de su experiencia y del aprendizaje del oficio.
Sin embargo, el futuro de este oficio parece incierto. "La idea por el momento es seguir yo, pero parece que cuando yo decida dejarlo o jubilarme el oficio se terminará conmigo, y es una pena". La falta de relevo generacional es una realidad que comparten muchas profesiones artesanales, y el cierre del taller de Ángel Ferreiro significaría la pérdida de un valioso patrimonio para la ciudad.
Sosoaga y la creación del Goxua
Terminamos nuestro particular recorrido por algunos de los negocios centenarios de Vitoria poniendo un toque dulce en la pastelería y confitería Luis López de Sosoaga, fundada en 1868. La historia comienza con su bisabuelo Antonio, que arrancó haciendo cirios y velas, luego conservas, y más tarde mermeladas y dulces de membrillo. Fue en el siglo XX, con la llegada de un pastelero catalán, cuando la familia empieza a especializarse en pastelería. Luis recuerda con cariño el obrador de la calle diputación, donde se sentaron las bases de la reputación de la pastelería.
Un momento clave en la historia reciente de la pastelería fue la creación del Goxua por el propio Luis. "Una de los veces que fui a Barcelona me fije que todo el mundo ponía la crema catalana en los postres, y entonces pensé en que yo tenía que hacer algo con eso. Así que a mi vuelta me puse a ello, haciendo un postre con bizcoche, nata y la crema". Al principio no tuvo mucho éxito, pero se popularizó gracias al restaurante Zabala, que empezó a pedirlo cada día. El nombre lo pusieron en honor a su sabor: “Goxua”, dulce y sabroso en euskera.
Hoy, el futuro de Luis López de Sosoaga recae en su hijo Alex, quien ya lleva 12 años al frente del obrador. "Está mucho más preparado que yo en mis inicios y además maneja muy bien el chocolate, algo que yo no he manejado tan tan bien como él". Esta nueva generación aporta innovación, como la introducción del "chocolate con sal" y los "chocochic", manteniendo a la vez la calidad artesanal que siempre ha caracterizado a la pastelería. Para Luis, "lo que más satisfacción me da es que hagamos cosas nuevas y que la gente lo pruebe y digan, 'Qué bueno estaba".
Estos tres comercios centenarios de Vitoria-Gasteiz, cada uno en su sector, representan la tenacidad, la adaptación y el compromiso de familias que han dedicado sus vidas a mantener vivo un legado. Sus historias nos recuerdan la importancia del comercio local, del trato humano y del valor de la tradición en un mundo en constante cambio. Preservar estos negocios no es solo conservar espacios de compra, sino también proteger una parte fundamental de la identidad y la historia de la ciudad.

Jon Dos Santos
Redactor y editor de contenidos en el magazine Hoy por hoy Vitoria




