La Oficina de Defensa arancelaria de Álava abrirá el 5 de mayo

Vitoria-Gasteiz

Los aranceles anunciados por Estados Unidos y los que se prevé que se puedan poner a futuro han sembrado de incertidumbre el mercado internacional. Lo que comenzó con anuncios de subidas, seguidos de marcha atrás y la imposición actual de un 10%, ha generado una situación que está generando también movimiento en el tejido empresarial e institucional alavés.

Santi Barrueco, director general de la Cámara de Comercio de Álava, subraya que el año ha empezado revuelto y parece que la situación no tendrá fin en los próximos meses. Aunque Estados Unidos no es el mercado más importante para Álava en exportación directa (solo el 4% de los 9.150 millones de euros exportados en 2024 tuvieron como destino EE. UU.), hay una "exportación indirecta que se produce a través de lo que vendemos a Alemania o otros países que eso luego se exporta Estados Unidos". Esto significa que "indirectamente tenemos una afección mayor". Los sectores más afectados directamente son los ligados a vehículos, tubos, vino, y proveedores de aeronáutica. También hay casos concretos, como los fabricantes de bicicletas (un tercio de sus exportaciones van a EE. UU.) y de cápsulas para botellas de vino (40% de sus ventas al extranjero van a EE. UU.).

Para hacer frente a esta situación, se están articulando medidas e iniciativas. Una de ellas es la Oficina de Defensa Arancelaria, una iniciativa de la Diputación de Álava que tendrá su sede en la Cámara de Comercio. Santi Barrueco confirmó que tienen "previsto ponerlo en marcha en funcionamiento el 5 de mayo". Esta oficina busca ser una ventanilla única donde las empresas alavesas puedan obtener información y asesoramiento sobre las medidas institucionales, nuevos mercados y procesos de internacionalización

Materiales locales

Las empresas, por su parte, han trasladado a la Cámara una serie de peticiones. Consideran que las medidas anunciadas (como el plan de avales o ayudas al sector del vino) son positivas, pero solicitan que "con la recaudación de los potenciales aranceles que se puedan poner como respuesta a los impuestos por Estados Unidos, que estos aranceles se utilicen para crear un mecanismo de apoyo a las empresas más afectadas". Además, "sugieren que la administración pública debe contemplar el uso de materiales fabricados localmente en las licitaciones, favoreciendo en este caso a las empresas vascas y europeas". Esto, según Barrueco, "contribuirá a fortalecer la competitividad de la industria local y favorecería el el empleo de la región".

Otro foco de preocupación es el posible impacto de los aranceles a China que pueden provocar que lo que antes se exportaba a EEUU termine en Europa. Barrueco señala que "podemos tener un problema". Es fundamental, según el director de la Cámara, que la Unión Europea establezca "ciertos contingentes para un poco esa defensa del producto local, el producto europeo contra el producto chino que pueda llegar en mejores condiciones de precio, y a veces con con temas de damping". El "damping" implica vender "por debajo de precio de de coste", lo que "nos pone una situación muy complicada". Proteger la industria local frente a "fábricas que vienen de de Asia con precios pues muy competitivos" es uno de los grandes retos para Europa.

Ramondin

Desde la perspectiva de una empresa directamente afectada, José Miguel Munilla, CEO de Ramondin, fabricante de cápsulas para vino con 135 años de historia, comparte la preocupación. Ramondín exporta una parte importante de su producción a Estados Unidos, representando "un 25% de nuestra facturación", siendo uno de sus principales mercados. Munilla reitera que "lo peor de de todo el tema de los aranceles es la incertidumbre y la falta de visibilidad". Aunque se pospuso la entrada en vigor de aranceles mayores, "de rondón te meten un arancel mínimo del 10% que no lo teníamos". Este incremento del 10% se ha "repercutido a los clientes", haciendo que lo que exportan desde Laguardia a EE. UU. cueste ahora "un 10% más caro".

A pesar de las "quejas del cliente americano", por ahora no han notado un impacto directo en los pedidos. Esperan que el impacto sea limitado en el corto plazo, ya que sus cápsulas de estaño son productos premium destinados a vinos y licores de alto precio, donde el coste de la cápsula es solo del "1 ó 2% en su totalidad". Sin embargo, Munilla advierte que si "la guerra de los aranceles siga escalando y y este 10% pues se convierta en un 20 o en un 25%", sí podría tener un impacto mayor. Aunque tienen fábrica en Napa, no se han planteado trasladar la producción de cápsulas de estaño de alta gama a EE. UU., ya que "significaría unas inversiones enormes para unas incertidumbres muy altas" y la inversión saldría peor que el posible ahorro en aranceles. Sí realizaron una inversión el año pasado con una nueva línea de producción de capa rosca en Napa.