“Nunca había pasado algo así”: consternación y tristeza entre los vecinos de Rekalde tras el asesinato de una menor a manos de su padre

El barrio de Rekalde, en Bilbao, amaneció este viernes con una tristeza difícil de explicar. Calles que normalmente despiertan con vida, saludos cruzados y ruido de persianas subiendo, hoy estaban teñidas de silencio. El motivo: un crimen que ha dejado helados a sus vecinos. Un hombre asesinó presuntamente a su hija de 13 años y después se quitó la vida. La madre, herida, logró escapar y dar la voz de alarma.

A medida que se conocían los detalles, la incredulidad se apoderaba del vecindario. "Mucha pena, mismo. Me da mucha pena. Una niña… nunca. Nunca había pasado eso aquí, nunca", lamentaba una mujer que lleva más de 15 años viviendo en el barrio. Su voz era la de quien no puede dar crédito a lo ocurrido a apenas unos metros de su casa.

Una comunidad que se creía ajena a estas tragedias

"Aquí nunca pasa nada así raro… y de repente te encuentras esto", señalaba otro vecino, aún atónito. “Yo sigo sin saber quiénes son. No tengo más información que esa”, reconocía, evidenciando que el shock todavía no se ha disipado.

La percepción de seguridad del vecindario se ha visto sacudida. Para muchos, la tragedia ha sido un recordatorio doloroso de que la violencia machista no entiende de códigos postales ni de rutinas tranquilas. Llega, de repente, y deja heridas difíciles de cerrar.

La convivencia, rota por el horror

"Por lo que me ha dicho mi vecino, el que convivía ahí con ellos…", comenzaba a contar uno de los pocos que tenía conocimiento de la familia afectada. Sin embargo, los detalles se pierden entre el respeto, la cautela y la necesidad de no alimentar rumores.

“No es solo la muerte de una niña. Es la pérdida de la inocencia de todo un barrio”, comentaba conmovido otro residente de la zona.

El eco de una tragedia que interpela a todos

Mientras la Ertzaintza continúa la investigación y los medios recogen las reacciones institucionales, en Rekalde la noticia aún no se digiere. La gente no termina de procesar que un caso tan atroz haya ocurrido en su entorno inmediato. “Aquí vivimos tranquilos… esto no pasa aquí”, repetían varias personas, como un mantra que intenta reparar lo irremediable.

Pero la realidad ha roto esa burbuja. Y ahora toca afrontar el duelo, acompañar desde el respeto, y sostener, como comunidad, a quienes más lo necesitan.