“Se fue como un día normal”: el jefe de Pedro Gonzalo recuerda sus últimas horas antes del crimen en Bilbao
El responsable del restaurante Gure Kabi asegura que el presunto asesino de su hija de 13 años trabajó con total normalidad hasta medianoche: “Nunca mostró ni una mala palabra”

“Se fue como un día normal”: el jefe de Pedro Gonzalo recuerda sus últimas horas antes del crimen en Bilbao
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Bilbao se ha despertado con una tragedia que ha helado a todo un barrio. Pedro Gonzalo, de 43 años, ha asesinado presuntamente a su hija Eva Yasmin, de tan solo 13 años, en su domicilio del barrio de Rekalde durante la madrugada del jueves. Tras cometer el crimen, se ha suicidado. La madre, que ha logrado escapar herida, permanece ingresada en el Hospital de Basurto, fuera de peligro.
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El caso ha sido confirmado como un nuevo episodio de violencia vicaria, una forma de violencia machista en la que se agrede a los hijos para causar daño emocional a la madre.
“Gonzalo se fue como cualquier otro día”
Horas antes de la tragedia, Pedro Gonzalo había estado trabajando como cocinero en el restaurante Gure Kabi, en el centro de Bilbao. Su jefe, Adolfo de Andrés, ha relatado que el miércoles por la noche “trabajamos los tres cocineros y cuatro camareros hasta las doce. No vimos nada raro”. Gonzalo se marchó sin incidentes, sin levantar la voz, como un día más.
“No mostró ni una mala palabra, nunca tuvo actitudes agresivas con nadie”, ha asegurado De Andrés, aún sin comprender lo ocurrido.
Un trabajador tranquilo, con ganas de crecer
Pedro Gonzalo llevaba meses trabajando en el restaurante. Empezó en la sección de postres y, con el tiempo, asumió también la preparación de carnes. “Era callado, majo, con ganas de aprender. Quería crecer profesionalmente y aquí lo estábamos formando”, ha explicado su responsable.
Según De Andrés, Gonzalo había llegado tras tres años en otro restaurante en el que, según él mismo confesó, no se sentía valorado. “En el pescado andaba algo más perdido, pero tenía buena actitud”.
La noticia que nadie esperaba
Este viernes por la mañana, la ausencia de Gonzalo en su puesto de trabajo comenzó a preocupar a sus compañeros. “No ha venido Gonzalo, habrá que llamarle”, le dijo a una camarera. Pero al intentar contactarle por teléfono, no hubo respuesta.
A las once y media, la Ertzaintza se ha presentado en el restaurante. “Nos dijeron lo que había pasado. Ha sido un mazazo. Nadie podía creérselo”, ha recordado De Andrés.
También ha confirmado que la madre de la niña, pareja de Pedro Gonzalo, trabajaba en hostelería: “Sabía que era cocinera, eso me lo dijo la policía”.
Una normalidad engañosa
Lo más perturbador de este crimen es que nadie en su entorno más cercano ha detectado señales previas de peligro. No había denuncias por violencia, ni antecedentes, ni conflictos visibles. La normalidad del día anterior ha dejado a todos paralizados.




