“Bizkaia no trabaja a más, trabaja a mejor”: la identidad del txakoli, protagonista en el especial de Hora 25 desde Bakio
El programa de Aimar Bretos se ha emitido desde el Txakolingune para descubrir la historia, el presente y el futuro del txakoli, símbolo cultural y gastronómico de Bizkaia

No es solo un vino. Es parte de la identidad de Bizkaia. Así lo han dejado claro en Hora 25 con Aimar Bretos, que este jueves se ha trasladado a Bakio para emitir un programa especial desde el Txakolingune, el museo del txakoli. Entre viñedos y acantilados, en pleno corazón de la costa vizcaína, la cita ha sido una celebración del territorio, de su tradición y de su futuro.
“Bizkaia no trabaja a más, trabaja a mejor”, resumía Iñaki Suárez, director técnico del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina, durante la conversación con Aimar. Un mensaje claro para quienes todavía asocian el txakoli a un vino menor o ácido. Nada más lejos.
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Hora 25 desde el museo del Txakolí, en Bakio, Bizkaia
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Un viaje por la historia y los sabores de Bizkaia
El programa ha sido un recorrido por el pasado, el presente y el futuro de este vino con raíces en los caseríos vascos. Lo explicaba Aixa Gastelu, directora del Txakolingune: “Aquí se entrecruzan tradición, idioma, cultura, la forma de ser de nuestra gente. Mantener el txakoli no ha sido un camino fácil”. Pero hoy, este vino fresco, amable y con aromas atlánticos es reconocido internacionalmente y combina a la perfección con gastronomías tan distintas como la asiática o la latinoamericana.
Y si alguien aún se pregunta a qué sabe el txakoli, la respuesta es clara: a Bizkaia. A mar, a monte y a historia.
Turismo regenerativo, más allá del vino
Pero el mensaje del programa ha ido más allá del enoturismo. La diputada foral Sonia Pérez ha defendido un modelo turístico ligado al desarrollo rural y sostenible. “El turismo debe servir para dejar mejor un territorio de lo que lo hemos encontrado”, afirmaba. Ese es el espíritu que acompaña a las rutas del txakoli que recorren Vizcaya, uniendo bodegas familiares, paisaje, historia y cultura viva.
El público ha respondido con aplausos a cada intervención. Y no era para menos: la radio, el vino y la identidad se han fundido en una noche con sabor a tierra propia.




