Mujeres en el empleo protegido: más invisibles donde más cuenta

En el empleo protegido del País Vasco, la desigualdad de género no es una sospecha: es una realidad estadística. A finales de 2024, el 65% de las personas contratadas en centros especiales de empleo eran hombres. Las mujeres, en cambio, representaban solo el 35%. Un patrón que se invierte en los servicios ocupacionales —espacios sin contrato ni salario—, donde ellas suponen el 65% de quienes participan.

Es decir: ellos acceden más a empleo formal; ellas, de nuevo, se quedan en los márgenes no remunerados del sistema. Y cuando se abre la puerta al mercado laboral ordinario, la brecha se mantiene: solo 91 mujeres con discapacidad lograron dar ese salto frente a 141 hombres.

Voces desde dentro

Para entender qué hay detrás de estos datos, en Radio Bilbao hemos hablado con Janire, Alba, Bego y Mari Carmen. Todas trabajan en centros especiales de empleo de EHLABE, la Red Vasca de Inclusión Sociolaboral. Todas han vivido en primera persona los retos y las oportunidades de un sistema que aún arrastra barreras invisibles.

“Mi nombre es Janire, trabajo en jardinería”, dice con orgullo. “Yo soy Alba, llevo 14 años en Usoa”, añade. Bego trabaja en Talleres Gallarreta. Mari Carmen lleva más de dos décadas en el taller: “Mi puesto es buzoneo. Me siento orgullosa de tener un trabajo.”

Pero el estigma no desaparece al cruzar la puerta de un centro especial de empleo. “Todavía hay gente que no lo entiende. Me han dicho cosas como ‘¿pero ahí dentro trabajáis de verdad?’. Hay mucho desconocimiento”, denuncia Alba.

La barrera de la sobreprotección

A esa falta de reconocimiento social se suma otro obstáculo menos visible, pero igual de determinante: el miedo. El miedo que muchas familias sienten cuando una hija con discapacidad quiere trabajar. “A veces, por protección, se les impide dar el paso. No se sabe qué hacer, ni qué camino seguir. Muchas se quedan en casa porque no reciben ese empujón”, explican.

Las redes como aliadas

Frente a ese silencio, las redes sociales se han convertido en un altavoz clave. “Cada vez se ve más. Hay programas, actividades, vídeos... Y eso ayuda. Ayuda a entender que podemos, que tenemos capacidades, que trabajamos.”

Gracias al empleo puedes conseguir llegar a ser independiente, ¿no? O es lo que se supone que que tienes que que lograr

—  Alba, trabajadora en Usoa

Pero visibilizar no basta. Es necesario que las estructuras cambien. Que las plazas no solo existan, sino que se repartan con equidad. Que se derriben estigmas y que las familias entiendan que el empleo no es un riesgo, sino una oportunidad de autonomía.