Edurne Basterra: "El conflicto de Irán-Israel y la subida de aranceles a Rusia nos está repercutiendo en los precios del campo en Álava"

Vitoria-Gasteiz

El sector primario en Álava y Euskadi se enfrenta a un escenario complejo, marcado por una primavera extraordinariamente lluviosa seguida de intensos calores, el aumento de plagas y enfermedades, y una volatilidad geopolítica internacional que dispara los costes de producción.

Edurne Basterra, presidenta de la asociación agraria UAGA, describe la situación como "una tormenta perfecta"

La guerra de Irán y los fertilizantes

El panorama geopolítico internacional ejerce una "presión sobre los precios y la incertidumbre en el campo". Un ejemplo claro son los fertilizantes. "En Irán han cerrado siete plantas de amoníaco y de urea. En Egipto también se ha parado la producción por el corte de gas de Israel. Esto hace que el 40% de la urea mundial esté fuera de juego", explica Edurne Basterra. La urea es un componente esencial de los abonos. Esta situación, sumada a la imposición de nuevos aranceles a productos rusos y bielorrusos por parte de la Unión Europea a partir del 1 de julio, augura un aumento de los costes de producción.

Asier Fernández de Jauregi- agricultor y ganadero- lo resume así: "con los combustibles, los fertilizantes, con el producto que se trae fuera, al final no controlamos nosotros el mercado". Esta "incertidumbre" se suma a la preocupación por los bajos precios del cereal que se prevén este año, a pesar de una buena cosecha, debido al aumento de la producción y la entrada de cereal de fuera.

¿Qué hacer?

Ante este panorama, desde organizaciones como la UAGA se insiste en la necesidad de optimizar los recursos. Basterra subraya que es fundamental "revisar las compras de fertilizantes que hacemos, sobre todo los que se abonan con urea, con nitrato y con complejos". Propone "hacer analíticas de suelo, optimizar los tratamientos e intentar utilizar abonos orgánicos".

La falta de una industria de transformación local en Álava y Euskadi hace que el sector sea "supervulnerable", ya que todo el producto producido debe salir fuera para ser transformado, por ejemplo, en harinas o piensos, antes de volver al mercado. Esto reduce el valor añadido para los productores locales.

Muchas precipitación y calor

La primavera ha sido "pasada por agua", y tanto el otoño como el invierno también fueron lluviosos, lo que ha generado dificultades significativas en la siembra. Cultivos como la patata y la remolacha se han sembrado con retraso. En muchos casos, las lluvias impidieron incluso la recogida de la patata del año anterior, dejando "bastante patata todavía en las fincas metida debajo de la tierra". Esto ha supuesto "pérdidas para la explotación". La siembra de patata, que normalmente debería finalizar a finales de mayo, se ha extendido más allá de lo habitual este año.

Además, los inviernos menos fríos han provocado un aumento de plagas y enfermedades que normalmente morirían con las bajas temperaturas. Entre ellas se destacan el mildiu, que afecta a viñedos y patatas, y diversas plagas como el pulgón, el escarabajo de la patata y los gusanos de la tierra.

En Rioja Alavesa, el mildiu ha sido especialmente virulento debido a la combinación de humedad y calor, el "caldo de cultivo perfecto" para este hongo. Aunque los agricultores están tratando las vides, la previsión de la cosecha de uva es "escasa" y con "bastante incertidumbre", aunque la calidad parece buena.

El cereal, por su parte, a pesar de las dificultades iniciales de siembra, ha mostrado "buenas cosechas" en general para aquellos que pudieron sembrar, aunque el calor ha acelerado su maduración, provocando cosechas hasta 15 días o un mes antes de lo normal.