“No se puede reducir el servicio, nuestros hijos no pueden quedarse sin atención” denuncian las madres y padres de los alumnos de Aspace
Las familias de Aspace Gipuzkoa denuncian la reducción del calendario escolar y la supresión del transporte adaptado sin alternativas ni diálogo, dejando a menores con grandes dependencias sin atención durante meses

“No se puede reducir el servicio, nuestros hijos no pueden quedarse sin atención” dice Joana, madre de una alumna de Aspace
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San Sebastián
“Incertidumbre no, estamos aturdidas.” Así de contundente se muestra Joana, madre de un niño atendido en Aspace Gipuzkoa, al describir la situación que viven decenas de familias ante los cambios que se aplicarán en el servicio educativo y asistencial que presta esta entidad. A partir del curso 2025-2026, Aspace reducirá de 213 a 180 los días de atención anual, lo que supone una pérdida de 33 días de terapias y escolarización para menores con grandes necesidades de apoyo. Una decisión que, según denuncian las familias, se ha tomado sin planificación, sin alternativa y sin transparencia.
“No se trata solo de una escuela. Aspace es un centro multidisciplinar donde nuestros hijos e hijas reciben fisioterapia, logopedia, hidroterapia, terapia ocupacional…”, explica Ioana. “No están aprendiendo matemáticas ni francés, están aprendiendo a comunicarse, a tragar, a mantenerse erguidos. Y ahora, de un día para otro, se elimina más de un mes de este servicio sin que nadie nos haya preguntado.” La decisión, tomada a raíz de un nuevo acuerdo laboral con el profesorado, deja a las familias sin cobertura durante casi tres meses y medio al sumar esta reducción a las vacaciones estivales, Semana Santa y Navidad.
Aspace atiende a menores de entre 2 y 20 años con parálisis cerebral y otras discapacidades severas. Se trata de niños y niñas con una gran dependencia para realizar cualquier actividad básica: muchos no caminan, no hablan y necesitan supervisión médica permanente. “No podemos dejarles con los abuelos ni apuntarles a unas colonias de verano. Requieren personal especializado. Lo que se está planteando es una retirada de derechos básicos”, denuncia Rosa, otra madre. Además, desde el pasado 23 de junio ya se ha recortado el transporte adaptado, lo que ha impedido que varios menores puedan acudir a su centro. “Hay profesoras trabajando en los centros, pero los niños no pueden llegar porque las familias no tienen cómo llevarlos. Esto no es solo un problema educativo, es una cuestión de derechos fundamentales”, añaden.
Las familias denuncian también el modo en que se ha llevado a cabo esta decisión: sin comunicación clara, sin debate, sin alternativas. Según explican, el nuevo calendario escolar, que recorta el servicio a 180 días, fue aprobado sin pasar por el Consejo Escolar, lo que consideran una irregularidad grave. “En cualquier escuela ordinaria, el calendario debe aprobarse con la participación de las familias. Aquí se nos presenta un calendario cerrado, sin haberlo debatido. Es ilegal y vulnera nuestro derecho a participar”, subraya Beppe, padre de una alumna.
La situación genera además un grave impacto emocional y económico en las familias. La mayoría de los cuidados recaen en las madres, muchas de las cuales se ven obligadas a dejar sus empleos. “Este recorte nos empuja de nuevo a las mujeres al rol de cuidadoras sin descanso. No solo renunciamos a nuestras vacaciones, sino que muchas tenemos que renunciar a nuestro trabajo para cubrir un vacío que la administración deja sin respuesta”, explican. “Lo que antes era ya difícil ahora se convierte en una carga insostenible. ¿Quién cuida de nuestros hijos tres meses si no hay colegio, no hay transporte, no hay alternativa?”
La crítica también se dirige a las instituciones responsables. “No sabemos si el problema es de Educación, de la Diputación, de Aspace… Nadie da la cara. Educación dice que solo paga por 180 días y que nos estaban dando más de lo que nos corresponde. ¿Más de lo que nos corresponde? ¿Es que hay un exceso en cuidar a niños con grandes dependencias?”, preguntan con indignación. “Nuestros hijos no pueden estar en colegios ordinarios, ni siquiera con apoyos. Aspace se creó precisamente para cubrir un vacío de atención que el sistema público no cubría. No pueden ahora tratarnos como si esto fuera una escuela cualquiera”, añaden.
También ponen sobre la mesa el agravio comparativo con otros servicios. “Mi padre está en una residencia de mayores y no le mandan tres meses a casa en verano. ¿Por qué nuestros hijos sí? ¿Acaso sus necesidades no son igual de importantes?”, reflexiona Rosa. “En otras comunidades, como Navarra, los centros similares a Aspace funcionan todo el año. ¿Por qué aquí no?”
En medio de esta situación, las familias han constituido recientemente una AMPA para defender sus derechos y exigir soluciones. “No estamos en contra del profesorado, al contrario, valoramos muchísimo su trabajo. Pero esto no puede resolverse recortando por abajo. Si hay un problema económico o administrativo, que se busque financiación. Que se negocie con las instituciones. Que no se castigue a los más vulnerables”, insisten.
La falta de un plan B es otro de los puntos más graves, según denuncian. “Nos dicen que están trabajando en buscar soluciones, pero ya se ha aprobado un calendario escolar sin alternativa. Es un año entero sin saber qué va a pasar. Nuestros hijos no hablan, no pueden contarnos qué ocurre en clase. Necesitamos certezas, seguridad, confianza en la gestión. Y eso hoy no lo tenemos”, subrayan.
“Esto es una exclusión educativa. El transporte adaptado no es un lujo, es una condición imprescindible para la accesibilidad. Sin transporte no hay escuela. Sin escuela, hay retrocesos físicos, emocionales y sociales. Hay más dependencia, más complicaciones médicas, más aislamiento para las familias”, denuncian.
Como concluye Beppe: “A pesar de la frustración, del cansancio, de la rabia, seguimos luchando. Porque mirar a nuestros hijos a la cara cada día nos da la fuerza. Solo pedimos lo que ya teníamos: mantener el servicio y los derechos adquiridos. Y a partir de ahí, mejorar. No retroceder.”
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