Euskadi da sus primeros pasos con la figura del facilitador procesal para personas con autismo

Bilbao

La justicia en Euskadi está a punto de dar un paso importante hacia la accesibilidad universal con la incorporación de la figura del facilitador procesal para personas con autismo. Se trata de un recurso previsto en la ley, que reconoce la accesibilidad cognitiva como un derecho fundamental. Maider Ugarte, responsable del servicio de accesibilidad cognitiva ERRAZTEA de APNABI, ha concluido recientemente su formación en este ámbito y el objetivo es empezar ya a ofrecer el servicio mediante la asociación. En una entrevista en Hora 14 Euskadi, ha explicado en qué consiste esta figura, cómo actúa y qué retos quedan por delante para su implantación.

Una figura imparcial para garantizar comprensión

“Una facilitadora procesal es una persona experta en accesibilidad y en comunicación, con experiencia o conocimiento sobre la discapacidad”, explica Ugarte. Su papel no es tomar partido, sino asegurarse de que la persona entiende todo el proceso judicial y puede expresarse en igualdad de condiciones.

En la práctica, el trabajo comienza con un informe de ajuste de procedimiento. “Lo que hace esta figura es conocer a la persona, identificar qué barreras puede encontrarse en ese proceso y elaborar un informe donde se especifican los ajustes que necesitará. Ese informe se entrega al juez para que lo tenga en consideración”, detalla.

El objetivo final es doble: facilitar la comprensión y reducir la ansiedad que suele generar el paso por un procedimiento judicial.

Barreras que enfrentan las personas con autismo

Las dificultades que pueden aparecer son múltiples y de distinta naturaleza. “Nos encontramos con barreras de comunicación, por el lenguaje técnico y las expresiones ambiguas que se utilizan”, indica la facilitadora.

También hay obstáculos relacionados con el entorno. “Son lugares desconocidos, poco amables. No sabes qué esperar ni cómo está organizado el proceso”, añade. A ello se suman las barreras sensoriales —ruidos, luces, agobio en salas concurridas— y las sociales, como la incomprensión de normas implícitas o los prejuicios hacia la discapacidad.

Ajustes sencillos pero decisivos

El trabajo del facilitador procesal se traduce en medidas concretas que, aunque sencillas, pueden ser decisivas para garantizar un juicio justo.

“Se puede solicitar que el juez o el fiscal adapten su discurso, hagan preguntas abiertas y más cortas, y se aseguren de que la persona ha entendido lo que se le ha planteado”, explica Ugarte. Reformular cuestiones o dar más tiempo para responder son otras adaptaciones necesarias.

En el plano simbólico y espacial también hay margen de mejora: “Muchas veces impone que los profesionales aparezcan con toga o que haya demasiada distancia en la sala. Ajustes como sentarse más cerca de la persona pueden facilitar mucho la comprensión y reducir el estrés”.

Un servicio en marcha en Euskadi

Aunque la ley estatal ya reconoce esta figura, en Euskadi aún está en fase de impulso. “Estamos en un momento de arranque. Desde APNABI, y en concreto desde el servicio ERRAZTEA, vamos a ofrecer ya este servicio para quienes lo necesiten”, confirma Ugarte.

La implantación requiere cooperación con instituciones y otras entidades sociales. “Ya estamos colaborando con FEVAS, Plena Inclusión Euskadi, para que se pueda desplegar cuanto antes esta figura”, añade.

En otras comunidades como Madrid, Asturias o Valladolid, la facilitación procesal ya está más asentada. “Aquí todavía no, pero estamos trabajando para que se implante lo antes posible”, subraya la especialista.

Hacia una justicia más inclusiva

La introducción de la figura del facilitador procesal supone un paso clave hacia una justicia más inclusiva y accesible para las personas con autismo y, en general, para quienes presentan dificultades de comprensión.

“Se trata simplemente de que todas las personas puedan entender lo que está pasando y hacerse entender en un proceso que, de por sí, ya es complejo y genera ansiedad”, concluye Maider Ugarte.