De parar en las porterías de Hernani a ganar un mundial con España, el eterno legado de José Manuel Ochotorena

Hernani

José Manuel Ochotorena (Hernani, 1961) será recordado como uno de esos nombres que dejaron una huella imborrable en el fútbol español. Portero de carácter, técnica y corazón, fue un referente tanto bajo los palos como en el arte de formar a nuevas generaciones de guardametas. Un talento como portero y creador de talentos. El hernaniarra ha fallecido este lunes tras pasar una larga enfermedad.

Nacido en Hernani, su pasión por el fútbol lo llevó a Madrid muy joven, donde inició su carrera profesional en el Castilla en 1979. Su constancia y talento le abrieron las puertas del primer equipo del Real Madrid, con el que vivió años dorados: tres Ligas, dos Copas de la UEFA y una Copa de la Liga adornan su palmarés. Pero sería en el Valencia donde Ochotorena alcanzaría su madurez futbolística y el reconocimiento unánime. En Mestalla firmó actuaciones memorables, especialmente en la temporada 1989-90, cuando fue distinguido con el Trofeo Zamora como portero menos goleado de la Liga. Aquella brillante campaña le valió un billete al Mundial de Italia 90, como representante de la mejor tradición de porteros vascos.

Formador incansable

Su influencia no terminó al colgar los guantes. Con una vocación natural para enseñar, y poner a disposición de distintos equipos su talento y visión entre las maderas, se convirtió en uno de los entrenadores de porteros más respetados del mundo. Formó parte de cuerpos técnicos en el Valencia, el Liverpool y, sobre todo, en la Selección Española, donde ayudó a construir una generación dorada que conquistó el Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012. Casillas, Valdés y Reina —entre otros— crecieron bajo su guía y sabiduría. ¿Qué sería de Iker Casillas sin Ochotorena? Aquella tanda de penaltis frente a Italia en 2008, aquel uno contra uno con Robben en la final del mundial de 2010. Muchos momentos históricos de los guardametas españoles llevan la firma de Ochotorena.

José Manuel Ochotorena representa la esencia del fútbol guipuzcoano y nacional: trabajo, humildad, talento y pasión. Su legado trasciende los títulos; vive en cada portero que aprendió de su ejemplo y en la memoria de quienes lo vieron defender la portería con serenidad y coraje. Más que un guardameta, fue un maestro, un referente y una inspiración para todo el fútbol nacional que deja un legado imborrable.