La vida en la torre de control del aeropuerto de Bilbao donde se coordina el tráfico aéreo de todo Euskadi
'La Ventana Euskadi' emite desde la torre de control del aeropuerto de Bilbao con su responsable, Patxi Toledano
Bilbao
Se trata de un espacio circular, lleno de pantallas, radares y teléfonos. La vista es privilegiada desde este punto. Las dos pistas del aeropuerto de Bilbao se contemplan a la perfección desde este mirador. Desde esta torre de control, se organiza el tráfico aéreo que cruza Euskadi. Está ubicada en Sondika, frente al icónico edificio de La Paloma y aquí Patxi Toledano coordina con su equipo cada despegue, cada aterrizaje y cada aproximación que surca los cielos de Euskadi.
La Ventana Euskadi (30/10/2025)
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“Llevo de controlador aéreo desde 1999 y como jefe de torre desde 2010”, explica Toledano, que acumula más de dos décadas entre radares y comunicaciones. “De pequeño siempre me atraían los aviones, coleccionaba postales… y acabé encontrando aquí mi lugar.” Lo cuenta en La Ventana Euskadi con la misma serenidad necesaria para ejercer como controlador aéreo.
Aunque el aeropuerto de Bilbao cierra oficialmente a la una de la madrugada, el trabajo en la torre no descansa del todo. “Todos los días hay un controlador de guardia por si surge un vuelo ambulancia o de emergencia”, apunta Toledano. En total, son 24 personas las que integran el equipo, distribuidas en turnos largos. “La coordinación y las buenas relaciones son fundamentales. Trabajamos codo con codo, todo debe fluir”.
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Por ello, el espacio también está preparado para pasar muchas horas. En la parte más alejada del ventanal, un sofá, una máquina de café, frutos secos o chocolatinas hacen más amenos los turnos de los controladores aéreos.
Bilbao controla más que Bilbao
Desde esta torre se supervisa mucho más espacio del que físicamente se ve. Sus radares también detectan lo que vuela en gran parte del espacio aéreo de Euskadi, incluyendo vuelos que cruzan hacia Santander, San Sebastián o Pamplona. “Desde aquí controlamos un espacio que llega hasta los 14.500 pies, prácticamente todo el País Vasco, e incluso parte de Cantabria y Navarra”, detalla Toledano. En las pantallas, un mapa negro con puntos luminosos y nombres de municipios como Elgoibar o Gorliz muestra el constante movimiento de aeronaves. “Es como un Tetris tridimensional”, bromea Toledano, “todo está calculado para que nada se cruce.”
Esa amplitud convierte a Bilbao en un enclave estratégico. Además de gestionar despegues y aterrizajes, la torre asume el control de aproximación, una función que en otros aeropuertos recae en centros externos. “Por la cercanía entre aeródromos y la complejidad de la orografía, se decidió mantener aquí también esa parte del control”, explica. “Eso nos permite anticiparnos y gestionar conflictos de tráfico con aeropuertos vecinos.”
El principal reto de Bilbao está en su geografía. “La pista no es excesivamente larga y la pendiente de aproximación es más pronunciada que en otros aeropuertos”, explica. “Cuando sopla el viento del sudoeste se producen turbulencias y frustradas, y eso añade complejidad.” Son precisamente esos días los que llenan los informativos de imágenes espectaculares de aviones luchando contra el viento. “Las imágenes son muy llamativas, pero se opera con total normalidad.”
Más allá de las condiciones atmosféricas, los drones han traído nuevos desafíos. “Cada año aumenta el número de solicitudes para volar en espacio aéreo controlado y eso incrementa mucho la carga de trabajo”, admite. Cada vuelo de dron debe coordinarse directamente con la torre, que ofrece información de tráfico y condiciones para evitar interferencias con aviones comerciales.

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Momentos de tensión y orgullo
En más de 25 años de trabajo, Toledano acumula anécdotas de todos los tipos. “Recuerdo una emergencia cuando un avión impactó con un buitre tras despegar. Tuvimos que detener todo el tráfico. Son momentos de mucha adrenalina, pero cuando todo termina bien sientes una enorme satisfacción”, rememora. También guarda con cariño los momentos especiales, como el primer vuelo directo a Nueva York con United Airlines: “Era un anhelo histórico y ver ese avión despegar desde aquí fue emocionante.”
El tráfico aéreo en Bilbao se mantiene estable, aunque los grandes eventos —como la final de la Europa League— requieren refuerzos puntuales. “Nos vendría bien tener más personal o un supervisor, sobre todo cuando hay picos de actividad”, reconoce.
Desde la cima de la torre, este responsable observa cómo un avión de Volotea toma velocidad y se eleva entre las nubes. “Cuando termina el día y ves que todo ha salido bien, que cada vuelo ha despegado y aterrizado sin problemas, te queda la sensación de que has hecho algo importante, aunque casi nadie lo vea.”

Gonzalo Loza
Periodista de Radio Bilbao. Informa sobre lo que ocurre en Bizkaia y Euskadi. Previamente, ha trabajado...




