El Archivo Municipal de Irun, guardián de ocho siglos de historia
La institución está inmersa en un proceso de digitalización completa de sus fondos, especialmente de los expedientes de construcción, para proteger los originales y facilitar su consulta digital

Escucha la entrevista completa a Sagrario Arrizabalaga, archivera municipal de Irun:
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
La archivera municipal de Irun, Sagrario Arrizabalaga, ha sido la protagonista en una reciente entrevista en Hoy por Hoy Irun en la que ha desvelado algunos de los secretos del Archivo Municipal, un espacio que conserva documentos que datan nada menos que de 1299, y que sigue creciendo gracias a las donaciones ciudadanas y a un minucioso trabajo de conservación.
Un tesoro histórico perfectamente protegido
Arrizabalaga ha explicado que el archivo cuenta con instalaciones climatizadas, sistemas de seguridad y revisiones trimestrales para evitar daños por humedad, incendios o plagas. “Está totalmente salvaguardado el patrimonio documental”, ha asegurado. Además, en junio, con motivo del Día Internacional de los Archivos, se organizan visitas guiadas en las que el público puede contemplar y hasta tocar documentos del siglo XVI.
Lejos queda esa imagen cinematográfica del archivero con guantes, Sagrario ha aclarado que "eso es inviable", y que lo importante es tratar los documentos con especial cuidado.
De la Batalla de San Marcial a la independencia municipal
Entre los hitos más relevantes de los fondos del archivo se encuentran referencias a la Batalla de San Marcial (1522). Aunque no se conservan crónicas directas del enfrentamiento, sí existen documentos que reflejan cómo la guerra afectó a la población irunesa: “El rey donó 400 fanegas de trigo para alimentar a los vecinos tras la destrucción total del pueblo”, ha relatado.
Los archivos también documentan la lucha de irun por su independencia respecto a Hondarribia, obtenida finalmente en 1766, así como la construcción de la Casa Consistorial y la evolución del urbanismo local.
El crecimiento con el ferrocarril y la aduana
El desarrollo urbano de Irun cambió radicalmente con la llegada del ferrocarril y el establecimiento de la aduana en 1841. Aunque los proyectos originales de ambos edificios no se conservan , su impacto fue decisivo: “El ferrocarril transformó la ciudad, orientando su expansión hacia el Paseo Colón”, ha explicado Arrizabalaga.
De plazas de toros a cementerios y tesoros personales
La archivera recordó curiosidades como que el actual Conservatorio Municipal llegó a ser plaza de toros y cementerio en el siglo XIX. También compartió su “tesorito” personal dentro del archivo: una cabeza de mujer medieval empotrada en la iglesia del Juncal, un detalle escultórico que la “hipnotiza desde niña”.
Donaciones ciudadanas y memoria viva
Cada vez más vecinos contribuyen al archivo donando materiales históricos. Familias de figuras como Xabier Zuazu, Ricardo Berodia o Matías Guilló han cedido documentos, fotografías y objetos que amplían la memoria colectiva de la ciudad. “No es una donación al archivo, sino a la ciudad”, ha subrayado Sagrario.
El archivo también guarda testimonios del éxodo tras la Guerra Civil: miles de solicitudes de vecinos que pidieron regresar a Irun desde el exilio, documentos que revelan dónde vivieron y cómo lograron volver.
El archivo del futuro: digitalización y acceso abierto
Aunque el archivo irunés se remonta al siglo XVI, Arrizabalaga trabaja mirando al futuro. La institución está inmersa en un proceso de digitalización completa de sus fondos, especialmente de los expedientes de construcción, para proteger los originales y facilitar su consulta digital.
“El archivo no es solo para investigadores, está abierto a cualquier ciudadano”, ha recordado. Además, se impulsa la digitalización de una fototeca de más de 70.000 imágenes, una de las más consultadas por vecinos y curiosos.
Con recursos limitados —“somos pocos y el trabajo es inmenso”, ha confesado—, Sagrario y su equipo compaginan el rescate del pasado con las herramientas del presente. Incluso recurren a técnicas de conservación avanzadas, como la desoxigenación controlada de documentos en riesgo de deterioro.




