Eduardo Madina recuerda el simbólico árbol de Gernika: “Mi abuela me enseñó su poder de memoria y resistencia”

El analista político y colaborador de la Cadena SER, Eduardo Madina, ha ofrecido una de las reflexiones más emotivas de la semana en su intervención en El Faro, donde evoca el profundo significado del árbol de Gernika, símbolo central de las libertades del pueblo vasco. Su relato no solo recorre siete siglos de historia, sino que también conecta ese legado con su propia memoria familiar: la de su abuela, nacida en 1929 en un caserío a las afueras de Gernika.

Madina relata que fue precisamente ella quien, cuando él era niño, le explicó el carácter casi sagrado de aquel roble milenario y lo llevó por primera vez al recinto donde se alza el símbolo vasco por excelencia. “Es la mujer que me explica el significado del Árbol de Gernika”, recuerda, subrayando que su visión del árbol está inseparablemente unida a la mirada de su abuela.

Un árbol de 1334 que dio cobijo a los fueros y a la primera tradición parlamentaria

En su intervención, Madina repasa la historia del roble originario, fechado en 1334. Bajo sus ramas, señala, se reunían los señores de Vizcaya para pronunciar los fueros y organizar uno de los primeros embriones parlamentarios del territorio. “Era el lugar donde se decidían las leyes que ordenaban la vida de Vizcaya”, explica, destacando que desde la Edad Media el árbol se convirtió en un espacio cívico, político y social de enorme relevancia.

Con el paso del tiempo, el árbol de Gernika se transformó en un símbolo que excedía lo institucional. Representaba —y representa— la defensa de las libertades, el autogobierno y la identidad del pueblo vasco. A lo largo de los siglos, monarcas como Isabel la Católica acudieron a él para jurar los fueros, gesto que convirtió aquel espacio en un referente político único en la península.

Superviviente del bombardeo de 1937

La dimensión simbólica del árbol alcanzó su expresión más trascendente durante la Guerra Civil, en el episodio más traumático de la historia reciente vasca: el bombardeo de Gernika del 26 de abril de 1937. La Legión Cóndor arrasó la villa, pero —como recuerda Madina— por una extraña y casi mística razón, el árbol sobrevivió.

“Se salvan muy pocas cosas en Guernica; el árbol se salva”, afirma. Para el analista, esa supervivencia fue, y sigue siendo, un mensaje de resistencia colectiva. Un testimonio vivo de que incluso en medio de la devastación total, la identidad de un pueblo puede permanecer en pie.

Del calor extremo a un nuevo relevo simbólico

El roble viejo llegó hasta el siglo XXI, pero no resistió los efectos del cambio climático. Tras superar guerras, conflictos y siglos de historia, falleció en 2023, durante un verano de temperaturas extremas. Hoy en su lugar se alza un retoño, descendiente directo del árbol original, que continúa la tradición como símbolo vivo del autogobierno y la identidad vasca.

Madina destaca que la sustitución del árbol no diluye su sentido, sino que reafirma la idea de continuidad y renovación dentro de una cultura que ha sabido proteger sus raíces: “Un pequeño retoño hace hoy las veces de Árbol de Gernika”, explicó, subrayando que la fuerza simbólica permanece intacta.

La memoria de un pueblo a través de una abuela

El colaborador de la SER cierra su reflexión con un mensaje profundamente personal. Tras escuchar hablar de la historia y el simbolismo del árbol en el programa, confiesa que su mente viajó de forma inmediata a su abuela, a sus enseñanzas y a sus paseos de niño por Guernica.

“De su mano entendí cómo un árbol podía darle significado a todo un pueblo, a toda una cultura, a una tradición”, afirma. Para Madina, el Árbol de Gernika es memoria política, pero también memoria íntima: un puente entre la historia colectiva y la identidad familiar.

“Mi primera memoria de esta mañana —concluyó— fue del árbol a mi abuela y de mi abuela al árbol de Gernika”.