El sector arrocero alerta de un futuro “muy oscuro” si no se adoptan medidas urgentes
El sector arrocero extremeño se encuentra en medio de una campaña crítica marcada por los bajos precios y la competencia exterior

Campo de arroz en Extremadura / jlc

Villanueva de la Serena
El cultivo del arroz atraviesa uno de sus momentos más difíciles en Extremadura. En plena campaña de recolección, los productores denuncian que la situación no ha mejorado respecto a años anteriores y alertan de un futuro “muy oscuro” para el sector si no se adoptan medidas urgentes.
Jesús Manuel Calderón, portavoz de la Plataforma del Sector Arrocero de Extremadura, ha explicado en que la campaña de 2025 se desarrolla “en una situación muy crítica”, agravada por la entrada masiva de arroz importado y por los bajos precios en origen. “Los agricultores que no están en cooperativas tienen incluso problemas para entregar su producto, y los precios que se barajan son ruinosos”, lamenta.
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Jesús Manuel Calderón en HxH Vegas Altas
Extremadura es la segunda comunidad productora de arroz de España, y Calderón advierte de las graves consecuencias que podría tener la prolongación de esta crisis: “Venimos de varios años muy complicados, de sequía y bajos rendimientos. Ahora tenemos una campaña normal, pero no encontramos salida para nuestro producto”.
El portavoz asegura que el sector ha trasladado sus propuestas a la Junta de Extremadura, entre ellas la implantación de una cláusula de salvaguarda automática para proteger el arroz nacional y un etiquetado claro que distinga el origen del producto. “Pedimos que no se confunda al consumidor, que sepa realmente qué está comprando y que se priorice la venta del arroz europeo frente al importado”, explica.
A la situación del mercado se suman los efectos del calor extremo registrado en verano, con hasta 16 días seguidos a 42 grados durante la floración, lo que ha provocado una merma importante en la producción. Aunque las previsiones apuntan a rendimientos de entre 6.500 y 7.500 kilos por hectárea en cooperativas, la campaña será más corta de lo habitual.
Los agricultores esperan finalizar la cosecha entre principios y mediados de noviembre, y confían en que las administraciones actúen antes de que la viabilidad del cultivo se vea comprometida. “No pedimos llorar, pedimos un precio justo por un producto de calidad que forma parte de la alimentación básica. Muchos pueblos viven de este cultivo, y si esto sigue así, el futuro pinta muy mal”, concluye Calderón.




