La desamortización que transformó a Badajoz, de los conventos a la ciudad burguesa
En Badajoz en la Historia abordamos la desamortización de Mendizabal y Espartero y como cambió el paisaje urbano o la estructura social

Badajoz en al Historia: Desamortización de Mendizábal
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Badajoz
En el siglo XIX, Badajoz vivió una transformación debido a la desamortización de Mendizábal y Espartero. Con este proceso no solo vació conventos y vendió dehesas, se redefinió la estructura social, el paisaje urbano y la propiedad en una ciudad que pasaba de lo eclesiástico a lo burgués.
Los muros que hoy albergan edificios civiles, colegios o dependencias públicas fueron, en otro tiempo, conventos y casas de oración. Lo que hoy parecen simples cambios arquitectónicos esconden uno de los procesos económicos y sociales más profundos del siglo XIX español, la desamortización de Mendizábal y Espartero, que transformó el mapa urbano y rural de la ciudad.
Para entender su alcance, el historiador Miguel Ángel Naranjo, director de la sección de Historia Económica de Badajoz participaba en un nuevo programa de Badajoz en la Historia.
“La desamortización fue un proceso mediante el cual se transfirieron bienes del clero, los ayuntamientos y el Estado a manos particulares mediante subasta pública. En Badajoz tuvo consecuencias enormes tanto en el campo como en la ciudad.”
El proceso se inició en 1836, durante el gobierno liberal de Juan Álvarez Mendizábal, y continuó en 1841 con la desamortización de Espartero. Ambas, aunque distintas, se solapan en el tiempo y terminaron por liquidar gran parte del patrimonio eclesiástico. En la provincia de Badajoz, explica Naranjo, se vendieron fincas por un valor total de 130 millones de reales, una cifra que situó al territorio entre los más afectados del país.
El objetivo oficial era reducir la deuda del Estado y sanear las arcas públicas, pero el resultado fue otro, una redistribución del poder económico. Los grandes beneficiarios fueron la burguesía urbana y rural y la nobleza, mientras que el clero y las clases populares resultaron los grandes perdedores.
En la ciudad de Badajoz, con apenas 11.889 habitantes en 1837, hubo 140 compradores de bienes nacionales: apenas el 1% de la población, aunque representaron el 20% de toda la inversión provincial. Era la élite económica y política local: comerciantes, abogados, hacendados, médicos y funcionarios que consolidaron su poder en el nuevo orden liberal.
En el ámbito rural, la desamortización reforzó un fenómeno que marcaría la historia social de Extremadura: la concentración de la propiedad. De los 18 millones de reales que se movieron en Badajoz capital, dos tercios correspondieron a fincas rústicas, sobre todo dehesas, símbolo de la riqueza agraria.
Si el campo cambió de manos, la ciudad cambió de rostro. A mediados del siglo XIX, Badajoz era una ciudad amurallada, densamente poblada y con abundantes edificios religiosos. La desamortización permitió liberar suelo urbano y propició una profunda transformación del paisaje. “Antes, Badajoz era una ciudad conventual; después, se convirtió en una ciudad burguesa”, resume el historiador.
Las cifras lo confirman: se invirtieron casi seis millones de reales en bienes urbanos, un 30% del total vendido en la ciudad. Los conventos de San Gabriel, Santa Lucía, San Onofre, Madre de Dios y San Francisco fueron subastados total o parcialmente, mientras que otros, como Santa Catalina o Santo Domingo, pasaron a albergar instituciones civiles o militares. El convento de Santa Ana, donde aún viven monjas de clausura, se salvó en parte, pero perdió la mayor parte de sus bienes.
Aquel proceso impulsó la creación de nuevas plazas, calles y edificios públicos, dando paso a una ciudad más abierta y funcional. La plaza de San Francisco, por ejemplo, se consolidó como centro urbano y símbolo de la modernidad pacense. En total, unas 25 instituciones religiosas resultaron afectadas, entre ellas la catedral de Badajoz, el cabildo catedralicio y varias hermandades. La iglesia local perdió bienes por más de siete millones de reales solo en el cabildo.




