Elga Fernández Lamas, la ilustradora que construye ciudades

Ferrol

Reside en Valencia desde hace casi dos décadas, pero el trabajo de Elga Fernández Lamas (Ferrol, 1976) sigue teniendo una gran repercusión en su ciudad de origen, a la que regresa por unos días para aparcar su oficio de ilustradora y entregarse al descanso junto a los suyos.

La ilustradora, a la que quizás muchos paisanos suyos no identifiquen si se la cruzan por la calle, es la artífice de algunos de los diseños más aplaudidos sobre edificios y espacios públicos emblemáticos de la urbe naval, a los que tiñe de su colorido y formas inconfundibles.

Eso sí, por encargo del sello ferrolano Edicións Embora también ha dado el salto a la capital herculina y uno de sus más recientes trabajos es el libro "A Coruña, a cidade asomada", que sigue la estela de obras previas sobre su localidad natal, que ha plasmado en ese mismo formato, en carteles o en tarjetas.

El de Fernández Lamas, afirma, es un entorno laboral en el que hay "un mes que no trabajas mucho y al siguiente andas ahogada", pero "trabajo hay; para todos y bastante, pero tienen que mejorar las condiciones".

Es decir, que se pague "mejor" y que esté "más valorado" el esfuerzo que requiere la ilustración, que vive "un buen momento", aunque también bromea al indicar que los "clientes suelen querer algo bastante marcado".

Entre sus contribuciones en la comarca ferrolana, figura la imagen de Maruxas de Nata, una firma local de galletas para la que sigue "haciendo adaptaciones" tras casi cinco años de colaboraciones con "libertad" y con una esencia que no ofrece resquicio a la duda, "vacas y galletas" como elementos principales.

En ocasiones, resalta Elga Fernández Lamas, hay peticiones más estrictas, como aquel "cliente que me dijo que le pusiera pestañas a las ilustraciones" cuando su ausencia se repite en sus dibujos.

Se sigue sorprendiendo por el "interés" que brota en su tierra con sus creaciones y se refiere a esa expectación con su humor habitual: "Soy una señora mayor casada y con hijos que puede venir de vez en cuando; llegas y tienes esa repercusión cariñosa, hago ilustraciones y gustan, siempre es muy educado todo, me da mucho gusto".

La ferrolana construye su íntima visión de la ciudad, quizá porque quiere "mantenerla, tenerla en mi casa" a tantos kilómetros de distancia: "La voy dibujando y la voy colgando, tengo Ferrol dentro de mi casa; por eso estoy siempre dibujando Ferrol, igual es que no la quiero perder".

Su nombre aparece desde hace unas semanas en el Rueiro en Feminino del colegio del barrio de Esteiro, cerca de donde ella residió; un singular callejero, bautizar aulas y estancias del centro público en homenaje a mujeres de la zona.

"Eres una persona que haces ilustraciones, un trabajo que no tiene nada de romántico, y que te tengan como algo importante me pareció tan bonito; me hace ilusión, no soy importante y creo que es importante darle visibilidad a una mujer que es trabajadora y punto", apostilla Fernández Lamas.

Agradecida por sentirse abrazada por la ciudad que ahora solo puede visitar algunas veces al año, editó hace unas semanas nuevas tarjetas con el chalé modernista de la barriada de Canido o el mismísimo palacio municipal, del que dice que hay "siempre mucha polémica" por su estructura, envergadura o tonalidades.

La eliminación de sus característicos "tejadillos" ha provocado opiniones enfrentadas, de las que se nutre y que matiza con mucho color: "Métele algo de rosa, tiene que haber color; sin él, la vida sería más triste".

Cuerpos y caras reconocibles, a las que Elga Fernández Lamas priva de pupilas, "no hacerlas me mola muchísimo", rasgos que definen a quien dice que no es "una buena dibujante, pero sé simplificar; así fue fluyendo el estilo".