Andrés Suárez: "La gente tiene sed de vida y yo voy a estar aquí"

Ferrol

Es un "Viaje de vida y vuelta" que acaba de arrancar, la gira de presentación del trabajo homónimo del cantautor Andrés Suárez (Ferrol, 1983) que este sábado juega en casa, en un Auditorio de Ferrol repleto de los que lo han descubierto con su último disco y de quienes lo conocieron cuando empezó a tocar en bares de la ciudad.

Toda una declaración de intenciones que la primera palabra del cantautor sea "feliz", el entusiasmo de un músico que tras esta etapa española viajará a América tras "dos años en casa, no aguantaba más".

Cuenta que se lanza a "no poner fecha de finalización" a ese periplo porque quiere "tocar, viajar, subirme a aviones y ya veremos", pero no esquiva que la realidad de otros compañeros de oficio no es tan brillante.

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Suárez matiza que no es "psicólogo, sociólogo o psiquiatra", pero reivindica el trabajo por la salud mental tras una crisis sanitaria que cambió "la vida a todos" y que ha dejado a muchos artistas "apáticos, sin ganas de subirse a escenarios; me parte el alma".

Pendiente de forma permanente de lo que ocurre en su tierra, dice que pretende "celebrar el ascenso del Racing" a Segunda División justo antes de cruzar el charco para reencontrarse con "gente que llevo siete u ocho años sin ver".

Por lo pronto, le espera un concierto en México ante "casi 2.000 personas, lleno", y resume su momento vital y artístico: "Me apetece celebrar la vida, tal vez mañana me apetezca recogerme".

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No contempla esa posibilidad Andrés Suárez, que se emociona al recordar cómo vio a sus paisanos "llorando" hace dos semanas por la repercusión social, económica y deportiva del retorno de su equipo de fútbol a la categoría de plata 15 años después, el de una ciudad azotada por la crisis desde hace cuatro décadas.

"Llevamos mucho encima, vamos a desfogar; si es en un concierto mío, un honor", resalta el cantautor, que este verano irá a festivales y a actuaciones de humoristas que le acompañaron en estos tres años en los que el mundo pasó a ser otro.

Al cruzar la puerta del Auditorio, indica, hay un itinerario trazado en el que no sirve pensar que la "vida es horrible"; sí contempla "un espacio para el recuerdo", para lo que hizo daño desde marzo de 2020, pero después "va a empezar el bolo" y toca "evadirnos; tampoco te digo que vaya a ser un concierto de reguetón".

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Tendrá razón, pero al Andrés Suárez de 2023 le "apetece mucho reírme", más que nunca, y bailar por más que no lo hubiese hecho "en mi vida; llego a Pantín y nos ponemos a bailar mi madre y yo, estamos en una nueva fase maravillosa de qué nos ha pasado a todos".

"Me aferro tanto a la vida, ver a gente que me veía hace veinte años en bares emociona mucho; con sus hijos o nietos, en algunos casos", valora el músico, que tiene "los pies en la tierra porque soy del muelle, Canido y Pantín", su refugio de playa.

Tiene claro "de dónde vengo y quién soy" y atraviesa "un momento dulce", pero subraya que los "hay también amargos, de no vender entradas o discos"; no es el caso: "Ahora está siendo una barbaridad todo".

Suárez alude al "buen recibimiento del disco" y remarca que la "gente tiene sed de vida y yo voy a estar aquí; vivo el día a día, voy a saborear el momento con una banda que ni me creo, un rato maravilloso".

Y con ese telón de fondo de satisfacción asume que es "muy raro que coincidan los momentos personal y profesional buenos", pero no hace caso al pesimismo: "No queda otra que entender que estamos haciendo lo que más me gusta, somos unos absolutos privilegiados".

Porque reconoce que se pudo "haber permitido haber hecho discos depresivos", no se arrepiente de trabajos anteriores más "oscuros" que emergieron de experiencias como una ruptura o de estar "hundido".

Un Andrés Suárez que ensalza la nueva era de la colaboración entre cantantes tras el "yo contra ti, mi retuit contra el tuyo", un contexto "nocivo" ya desterrado: "Ahora dime cuántas giras compartidas hay, cuántas canciones a medias".