El Celta se hace mayor fuera de casa

Vigo

El arranque de temporada nos dejó un dato muy curioso del Celta 24-25: tenía números asombrosos como local y tenía números preocupantes como visitante. Si uno veía la clasificación de Primera División sumando solamente los partidos jugados en casa, el Celta se codeaba con los puestos Champions. Si lo hacía con los puntos sumados a domicilio, el Celta estaba mano a mano con Valladolid y Espanyol. Y es que el Celta, que ya la pasada temporada también tuvo el déficit a domicilio, llevaba 7 derrotas en los 9 primeros partidos como visitantes. Fue capaz de ganar 0-1 en Las Palmas y de empatar 2-2 en el Villamarín. El resto fueron derrotas algunas abultadas y otras encajando muchos goles: 4-3 en Villarreal, 3-2 en Pamplona, 3-1 en Bilbao, 3-0 en Leganés, 3-1 con el Espanyol, 2-1 con el Rayo y 1-0 con el Sevilla. Derrotas que dolían sobre todo por los números de goles encajados porque estaba siendo un Celta muy vulnerable.

Encajando tantos goles era complicado pensar en rascar algo fuera de Balaídos y el equipo tenía que ponerse las pilas. Ya dio muestras de recuperación en Copa del Rey ganando en enero en El Sardinero y llegando 2-2 al final de los 90 minutos en el Bernabéu. Pero la reacción llegó en Mendizorroza. Sin hacer un buen partido, sin crear demasiado peligro, el equipo supo sufrir y rehacerse de un gol encajado en el minuto 2 de partido. Logró empatar con un buen gol de Pablo Durán. Ese saber sufrir, ese ser capaz de tener un registro menos valiente y ser más conscientes de lo importante que es sumar fuera, le dieron al Celta más madurez a la hora de afrontar los siguientes partidos a domicilio. Es cierto que, en el siguiente desplazamiento a Mestalla, el equipo pierde 2-1. Pero mereció mucho más y sufrió una derrota por un despiste defensivo con Javi Guerra. El Celta fue mejor que el Valencia pero no tuvo demasiada suerte. A partir de ahí, los de Giráldez fueron capaces de puntuar en el Metropolitano contra el Atlético de Madrid que, en esos momentos, llevaba 30 de 36 puntos en su estadio. Fue un 1-1 de mucho mérito pero el Celta tuvo la victoria casi hasta el final. Nada que reprocharle al equipo. Lo mismo que en Montilivi. Fue ganando 1-2 hasta el minuto 83 que empató en un córner el Girona. Pero fueron dos buenos empates en dos canchas complicadas.

Después tocaba visitar Zorrilla ante un Valladolid que todavía tenía algo de esperanza en engancharse a la lucha por la salvación. Era su última bala. Y el Celta jugó con mucho oficio, con cabeza y controlando la situación salvo en algunos minutos después de ponerse 0-1. El Celta fue capaz de dejar la portería a cero y de sumar tres puntos nuevamente como visitante. Lo hizo casi cuatro meses después de haber ganado en Las Palmas. Este sábado los de Claudio Giráldez volvieron a hacer otro acto de madurez, de proceso de mejora. Apenas sufrió, entendió muy bien lo que Jagoba Arrasate quería en el partido y tuvo paciencia. Las rotaciones del técnico porriñés durante la temporada han hecho que el equipo llegue fresco. La última media hora fue un monólogo del Celta ante un cansado rival. Y así llegó el empate y, después, el 1-2. El Celta tenía fuerza, ambición y piernas y se fue a por el Mallorca. Los locales apenas inquietaron y no pudieron con los de Giráldez.

El Celta ha sido capaz de ganar 2 partidos seguidos fuera de casa y ha puntuado en 5 de las últimas seis salidas. Otro detalle importante: dos porterías a cero y solamente 6 goles encajados en 6 partidos como visitantes. Ahí también está la clave de esta metamorfosis como visitante del Celta 24-25. Haciendo la media inglesa de ganar en casa y puntuar fuera, el Celta pasó de luchar por el descenso a meterse en puestos europeos. Con la permanencia virtual en el bolsillo ahora toca soñar. Sin obligaciones pero con toda la ambición del mundo.