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Opinión

El micromentario de Pepe Belmonte: 'El huertano revolucionario del paraje de San Blas'

Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para Hoy por hoy Murcia

El micromentario de Pepe Belmonte: 'El huertano revolucionario del paraje de San Blas'

Murcia

Aunque nadie se decida en el Consistorio a poner en condiciones la casa en donde vivió durante largos años, el caso es que Antonete Gálvez, el huertano revolucionario del paraje de san Blas, en la pedanía de Torreagüera, sigue siendo, por más que se le quiera silenciar, uno de los personajes más extraordinarios y curiosos de la historia de nuestra región.

Y tanto es así que, hace unas pocas semanas, uno de los libreros más prestigiosos de España, nuestro Diego Marín, medalla de oro al Mérito del Trabajo, decidió reeditar un libro sobre Antonete que andaba un tanto perdido y olvidado desde que apareció, por primera vez, en el ya lejano 1976.

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura en la UMU y colaborador de Hoy por hoy Murcia

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura en la UMU y colaborador de Hoy por hoy Murcia

Me estoy refiriendo a ese volumen titulado Genio y figura de Antonete Gálvez que lleva la firma de un prestigioso catedrático de Derecho de la Universidad de Murcia, ya desaparecido, llamado Juan García Abellán.

La edición facsímil que ha sacado a la luz Diego Marín, pone de relieve la personalidad disparada –nunca mejor dicho, habiendo tiros de por medio– y disparatada de este barbado señor que puso en jaque no sólo a las fuerzas de orden público, sino también al gobierno de todo el país.

Antonete Gálvez fue, como insiste, una y otra vez, el autor de esta obra, que se lee como si fuera una auténtica novela, ante todo, un huertano honrado al que, por las circunstancias que fueren, se le iba, de vez en cuando, la olla. Luchó contra todo. Y le declaró la guerra al lucero de alba.

Su único vicio era el enorme puro que a todas horas humeaba entre sus labios.

Su pasión, aunque parezca mentira: el tiro al pavo. Su mayor distracción: los bolos huertanos. No se le vio beber en toda su vida y fue un fidelísimo esposo, a pesar de ser un tipo bastante resultón.

En los últimos años de su vida, este caudillo murciano, que claudicó a finales del siglo XIX, fue un miembro muy activo de la corporación municipal, por lo que, aprovechando la reedición de la obra, yo creo, que si nuestros políticos fueron un poco listos, merecería un buen homenaje y algunas cariñosas palabras.

Pepe Belmonte