El micromentario de Pepe Belmonte: 'La hija del sol'
Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia
El micromentario de Pepe Belmonte: 'La hija del sol'
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Murcia
Aprovechando que el pasado viernes, ocho de marzo, se llevaron a cabo, con gran éxito, manifestaciones en distintas ciudades de la Región de Murcia para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, quiero recordar aquí la historia de una de las mujeres más inteligentes de su tiempo que terminó siendo víctima del cruel machismo que imperaba en su época.
Se llamaba María Gertrudis Hore y había nacido en Cádiz en 1742, es decir, en el llamado siglo de las Luces, en la época de la Ilustración, donde tanto brillaron hombres como Jovellanos, Cadalso o Moratín, el autor que se preocupó en sus obras teatrales por que las mujeres fueran quienes eligieran a su marido.
María Gertrudis era hija de unos ricos y cultos irlandeses que, por negocios, se establecieron en España. A los 19 años fue obligada a casarse con un tal Esteban Fleming, señorito inglés, residente en el Puerto de Santa María. La joven, alentada por su padre, acudía de vez en cuando a Madrid, en donde asistía a las tertulias literarias que tenían lugar en el domicilio de la condesa de Pardo Bazán.
En cierta ocasión, su marido se marchó de negocios a Cuba y Gertrudis entró en relaciones con un apuesto brigadier que se cruzó en su camino y le robó el corazón: “Mis caprichos se rinden a tu ruego -le escribe, enamorada, a su amante-/, ya en mí no hay voluntad, pues te la entrego”. Alguien, al tanto del asunto, asesinó al joven militar y puso al corriente de lo sucedido al marido, ya de regreso en tierra andaluzas.
Gertrudis Hore confesó ser una pecadora y, arrepentida de los hechos, fue obligada por su marido a hacer promesa de continencia e ingresar, de por vida, en un convento de clausura para expiar su culpa. Aun así, entre cuatro paredes, siguió escribiendo poemas, que firmaba, para no ser descubierta, con el pseudónimo de la Hija del Sol.
Cuentan quienes la conocieron que, además de muy agraciada, Gertrudis poseía un enorme talento, era una gran lectora y escribía hermosos poemas de los que se han conservado algo más de medio centenar.
Murió, entre los muros del convento, en 1801, a los 59 años. Y, ahora, hace poco tiempo, gracias a la enorme calidad de sus versos, su nombre
ha sido, por fin, rescatado del olvido y puesto como ejemplo de mujer luchadora, que sacrificó su vida por un amor verdadero, y, también, por la literatura.
Pepe Belmonte
Profesor de Literatura Española de la UMU. Crítico Literario de La Verdad y Zenda. Columnista de la...