El micromentario de Pepe Belmonte: 'Negra como el carbón'
Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia
El micromentario de Pepe Belmonte: 'Negra como el carbón'
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Murcia
La historia que les voy a contar es de esas que harían las delicias de la popular y muy conocida Nieves Concostrina, directora de la sección “Acontece que no es poco”, que se emite en esta misma cadena, en la SER, para todas las emisoras del país.
Hace unas semanas se daba a conocer que un cartagenero, nacido en 1978 y llamado Raúl Quinto, que es profesor de secundaria en la Comunidad andaluza, había obtenido el prestigioso Premio Nacional de la Crítica por su novela, casi desconocida hasta ahora, titulada “Martinete del Rey Sombra’.
El asunto viene a colación porque la base de dicho relato no es otro que una parte de la vida de nuestro rey Fernando VI, uno de los primeros borbones que gobernó en España entre 1746 y 1759, dejando tras de sí más sombras que luces.
Y una de esas sombras, negra como el carbón, fue el intento de aniquilar a todos los gitanos que vivían por entonces en España. Como lo oyen. El asunto no era nuevo por completo. Unos siglos antes, los Reyes Católicos, que de católicos tenían más bien poco, también habían ordenado que se les cortaran las orejas a los gitanos, sólo por el hecho de ser un tanto diferentes a los castellanos en modos y costumbres.
La gran redada de gitanos, ordenada por el Borbón, tuvo lugar el 30 de agosto de 1749, y, según los historiadores, se trata de uno de los pasajes más oscuros y vergonzosos de nuestra Historia reciente.
Fue, aunque encubierta, lo queramos o no, un intento claro de exterminio del pueblo gitano. Y la primera medida que tomó el genares de turno, que no era otro que el Marqués de la Ensenada, el hombre de confianza de Fernando VI, fue separar a gitanos y a gitanas, encerrándolos en lugares diferentes, para evitar así la procreación y la expansión de la raza. A este tío, Hitler lo hubiera convertido en general.
Al final, no hubo tal exterminio, aunque sí mucho dolor, el rey entró en razón -no en vano, los hechos se produjeron durante el llamado Siglo de las Luces-, el Marqués de la Ensenada cayó en desgracia, y los gitanos volvieron a vivir su vida, aunque mirados con una cierta ojeriza por las autoridades.
Raúl Quinto lo cuenta primorosamente en su novela. Mucho mejor que yo. Y deja claro que, en todo caso, la Gran Redada de marras, en la que se vieron envueltos unos nueve mil gitanos, contribuyó a que se abriera una enorme brecha, aún no cerrada del todo, entre payos y gitanos, acentuando así la pobreza y la marginalidad de estos últimos.
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Pepe Belmonte
Profesor de Literatura Española de la UMU. Crítico Literario de La Verdad y Zenda. Columnista de la...