En el nombre de hoy, con José Miguel Rojo: 'Universidades públicas y privadas'
Columna de opinión del politólogo y profesor de Ciencia Política y Opinión Pública de la UMU

En el nombre de hoy: 'Universidades púbicas y privadas'
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Murcia
En el nombre de hoy, 7 de abril, hablamos de universidades públicas y privadas. La mercantilización de la educación superior en nuestro país no es un fenómeno nuevo. La falta de ordenación racional de la oferta universitaria genera desigualdades y resta valor a los títulos. No todo se puede comprar. “Calidad frente a cantidad” siempre fue un gran lema. No se trata de enfrentar de forma simplista a la pública con la privada, sino de poder distinguir si de verdad estamos ante un centro de investigación y docencia prestigioso, sea cual sea el origen de su capital, o ante una empresa que produce titulados universitarios como podría producir tomates. La hiperfragmentación del sistema universitario no solo ha venido por el lado de las instituciones privadas. Tener una universidad a la vuelta de la esquina es un ejemplo de demanda irracional cuya consecución ha generado centros menos potentes de cara a la atracción de financiación y de talento humano.
Cuando hablamos del estado de la educación superior en España no podemos obviar que la universidad pública está sometida a una asfixia financiera y burocrática que imposibilita la innovación. En un mundo cambiante y competitivo, la universidad pública se queda atrás porque sigue sin entender que no vale solo con existir, sino que también hay que convencer y para convencer hay que poder responder con flexibilidad a las demandas de la sociedad. Seguimos haciendo política universitaria con marcos propios del siglo XX y nos lamentamos de que la competencia nos supere.
Es justo pedir un endurecimiento de los criterios de creación de universidades privadas, pero hay que ir más allá. La universidad pública necesita más dinamismo en sus procedimientos. Y la creación de agencias de calidad autonómicas no puede generar ventanas de oportunidad para relativizar las exigencias, aunque esto posiblemente no guste a los socios del gobierno. Los que creemos en el valor de lo público le exigimos a sus gestores valentía para pasar del lamento a la acción transformadora. Porque la vida no siempre se arregla por decreto. Junto al lamento y a la reivindicación, por compromiso con lo público, también deberíamos emprender un examen de conciencia sobre las formas de gestión que nos han hecho menos atractivos y más débiles.
José Miguel Rojo




