'En el nombre de hoy' con José Miguel Rojo: La dignidad de Harvard

Murcia

En el nombre de hoy, 26 de mayo, hablamos de políticos mediocres que tienen miedo. La universidades son entes incómodos para Trump. Siempre lo fueron para cualquier líder dispuesto a ejercer el poder sin límites. Muchas han sucumbido a los planes de la Casa Blanca para adaptar sus proyectos educativos a la línea ideológica oficial, lo que pasa por limpiar los campus de profesores, investigadores y estudiantes contrarios al gobierno. Una nueva caza de brujas. Harvard, alma máter de 162 premios Nobel e institución líder en las investigaciones sobre cáncer y otros muchos campos de estudio, ha decidido plantar cara a los inauditos intentos de injerencia. Un ejemplo de resistencia democrática que ha roto el perfil bajo habitual de esta institución de élite en asuntos políticos. Creo que sus dirigentes son plenamente conscientes de que los libros de historia les juzgarían negativamente si se hubieran arrodillado ante la embestida iliberal.

La polémica entre Trump y Harvard nos permite reflexionar sobre el papel que deben jugar los académicos en tiempos de excepcionalidad política. Los que llaman a la neutralidad de los investigadores piden, en realidad, indiferencia ante la estupidez, adhesión al retroceso democrático y subyugar la evidencia científica y el pensamiento crítico. La Academia no puede asistir impasible a los atropellos que cualquier dirigente descontrolado pretenda cometer. Esa reclamación de seguidismo es incompatible con cualquier entorno de libertad. La ciencia no pide permiso al poder para que le guíe sobre sus ámbitos de estudio o le valide sus conclusiones. Detrás de lo que muchos ven como afirmaciones morales, hay en realidad una investigación guiada por el afán de comprender la realidad social. Pero, seamos sinceros, en este momento político la evidencia, la verdad, no solo no importa, sino que resulta tremendamente amenazante. Constatar la desigualdad de género, el impacto estructural del racismo, las consecuencias del cambio climático, desvelar el sesgo algorítmico o recuperar la memoria de ciertas comunidades históricamente marginadas no es woke: es describir el mundo tal y como es.

Harvard está haciendo historia. Otros simplemente se han sumergido en un deriva decadente que les llevará a la autodestrucción.