Àngels Barceló, José Muelas y la rueda de reconocimiento

Cartagena

Tenía esa rara virtud de transformar lo complejo en comprensible, de llevar el lenguaje áspero del Derecho al terreno de lo cotidiano sin perder ni un ápice de rigor. Una capacidad brillante, casi magnética, para explicar los asuntos jurídicos con claridad y con pasión, haciendo que quienes le escuchaban no solo entendieran, sino que se interesaran, reflexionaran y hasta se emocionaran con lo que contaba.

Su voz, clara, irónica y comprometida, sigue viva en entrevistas como la que hemos recordado este lunes de Àngels Barceló en Hoy por hoy, donde Muelas habló con franqueza sobre el mundo de la abogacía, la justicia y el papel del turno de oficio.

"No es la primera vez que identifican a un funcionario o a un policía en vez del acusado”

José Muelas explicaba cómo funcionan las ruedas de reconocimiento, casi siempre improvisadas y con pocos voluntarios. Àngels Barceló llegó a ponerse en la piel de aquel que participa en una rueda de reconocimiento, tratando de identificar al delincuente. Él mismo lo contaba con humor, pero también con la seriedad de quien conocía los riesgos de un sistema que, a veces, confundía incluso a los funcionarios o policías con los acusados.

“En el juzgado la verdad y la mentira conviven, pero se visten igual, y distinguirlas es muy difícil”

En aquella conversación en enero del 2024, Muelas describía su profesión como “una forma de vida”, decía, subrayando que lo que impulsa a muchos letrados es la vocación de servicio.

Sobre el turno de oficio, fue especialmente crítico con el trato que reciben los abogados por parte de la administración: “A un abogado de oficio la administración no le paga nada. Si lo que cobran los abogados se llama honorarios, lo que nos paga la administración debería llamarse vejatorios”, denunciaba.

"Gracias a los abogados de oficio, todos somos iguales ante la ley"

“La justicia no es igual para todos, eso sería una ficción”, explicaba en la SER, aunque añadía que, gracias al trabajo de los abogados de oficio, “se mantiene esa ficción o, al menos, se aproxima a la verdad de que todos somos iguales ante la ley”.

Muelas reivindicaba la dignidad de la profesión, recordando que la verdadera gloria no está en los grandes bufetes, sino en las pequeñas victorias de abogados anónimos: relató cómo un compañero suyo consiguió, a través de un caso de un ciudadano marroquí, que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea abriese la puerta a anular cláusulas abusivas en hipotecas, un fallo que supuso miles de millones de euros en devoluciones por parte de la banca. “Hay mucha gloria en eso”, concluía Muelas, reivindicando el valor de quienes ejercen la abogacía como servicio público.

“Hace tres meses me dediqué a ajustar cuentas con la vida y a ver qué había hecho. El balance fue positivo”, confesaba, convencido de que la huella de su trabajo estaba en la gente a la que había ayudado.