“Cada carta es una historia”: Ana María, cartera cartagenera de 34 años que ama su oficio
Empezó en Correos en 2016 cubriendo vacaciones y hoy es titular de la sección 1 de Barrio Peral

“Cada carta es una historia”: Ana María, cartera cartagenera de 34 años que ama su oficio / SER

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“Nos encanta lo que hacemos”: Ana María, cartera de Cartagena, en Hoy por hoy, reivindica el orgullo de su profesión
Cartagena
A las siete y media de la mañana, Ana María ya está en la oficina de Correos de Cartagena. Clasifica el correo, da de alta los paquetes y prepara su ruta por el Barrio Peral. Entre cartas, buzones y saludos, transcurre la jornada de esta cartera de 34 años, que lleva casi una década recorriendo las calles de la ciudad.

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“Empecé en 2016, con 25 años, cubriendo vacaciones. Mi hermana ya trabajaba aquí y me animó a probar. Yo no había cogido una moto en mi vida”, recuerda riendo. Lo que empezó como un contrato de cuatro días acabó convirtiéndose en su vocación. “Me ayudó, me motivó y al final me encantó. Y ya no paré”, confiesa.
Tras años de contratos temporales, Ana María aprobó la oposición en 2021. “Saqué plaza en marzo de 2022 en Torre Pacheco, y a finales de ese año conseguí destino en Cartagena por las tardes. En 2023 pasé al turno de mañana, y aquí sigo, en mi barrio, con mi gente**”, cuenta orgullosa.

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Desde entonces, reparte cada día en la unidad de reparto UR2/UR3. "Hablo con los vecinos todos los días. Muchos saben cómo me llamo y me cuentan su vida. Al final los veo casi más que a mi familia”.
Aunque la paquetería se ha disparado con el auge de las compras online, Ana María sigue encontrando magia en las cartas tradicionales. “Todavía hay postales, cartas personales y correspondencia entre familias, incluso desde las prisiones. Me encanta cuando los niños dejan sus cartas a los Reyes Magos en los buzones. Es precioso”, relata con una sonrisa.
“La primera vez que abrí un buzón lleno de cartas para los Reyes Magos me emocioné. Pensé: ¡esto lo llevo yo! Es un privilegio.”

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“A veces llevamos alegría, y otras, malas noticias”
Ser cartera también tiene su parte dura. “A veces llevas cartas tristes o notificaciones que nadie quiere recibir. O llegas a una casa y la persona ya no está. Eso es muy triste”, reconoce. Pero el balance, asegura, “es siempre positivo, porque cada día hay alguien que te espera con ilusión”.

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“Antes eran sobre todo cartas, ahora casi todo son paquetes. Pero lo esencial no cambia: llegar a todos los rincones, incluso donde nadie más llega. Eso es lo bonito”.
Cuando el cartero llega al campo
Ana María también tiene muy presentes a sus compañeros rurales. “Ellos hacen un trabajo enorme. Hay rutas de más de cien kilómetros al día, por caseríos o pedanías donde hay que buscar literalmente a las personas, porque no hay número o nombre en el buzón”, explica.

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“En el campo el trato es aún más personal. Allí el cartero llama a la puerta y pregunta quién eres, dónde vives, cómo estás.”
Aunque podría pasar a tareas de oficina, Ana María no se ve haciendo otra cosa. "Me encanta la calle, el contacto con la gente, el movimiento. Esto me hace feliz”.




