Centros históricos, ciudades 'de mentira': la advertencia del antropólogo Manuel Delgado

Cartagena

El antropólogo y profesor Manuel Delgado ha pasado por el ciclo Cartagena Piensa , una charla sobre la “expulsión de la historia” en los centros históricos, en la que ha cuestionado las políticas de rehabilitación urbana que transforman los cascos antiguos en escenarios turísticos, desplazando a sus vecinos y a su vida cotidiana.

Delgado asegura que “los conferenciantes somos víctimas del efecto túnel, nos recogen, nos llevan al hotel y al acto, y nos devuelven al tren o al avión”. “El centro de una ciudad es siempre histórico porque en él ha pasado la historia, la de la gente corriente, no solo la de los capitanes o los obispos. Pero cuando se declara un centro histórico, lo que se hace es embalsamarlo, detener la vida. Se convierte en un decorado para turistas o para quienes puedan pagar vivir en él.”

Para el antropólogo, esa “homologación turística” convierte los barrios tradicionales en “peceras donde los únicos que se mueven son turistas”, expulsando a sus habitantes y borrando la identidad real de las ciudades.

“Reformar o declarar histórico un barrio implica casi siempre expulsar a la gente. No se trata de renunciar a proteger el patrimonio, sino de evitar que esa protección convierta los centros en lugares deshabitados.”

Delgado pone ejemplos de lo que ocurre en grandes ciudades como Barcelona, donde “ya casi no vive nadie en el barrio Gótico”, y advierte de que el fenómeno es global. “Hoy existe un mercado internacional de ciudades que venden su propio centro histórico como un producto limpio, aseado y previsible. Pero la historia real es otra cosa: conflicto, pasiones, imprevisibilidad. La ciudad histórica se convierte en una ciudad de mentirijillas.”

Sobre el turismo, matiza que su crítica no es al visitante, sino al modelo económico que lo convierte en único protagonista, “nadie está contra el turismo. El problema no es que haya turistas, sino que solo haya turistas. Yo también he sido turista. El conflicto aparece cuando el turismo expulsa a la población local y convierte el espacio público en un escaparate para unos pocos.”