¿Cuál y dónde será la próxima matanza?

Ayer por la tarde empezamos a conocer la identidad de los 19 niños y niñas muertos en la matanza de Uvalde, en Texas. Empezamos a ver sus caritas, les pusimos nombres y conocimos algunas de sus historias. Estaban a punto de terminar el curso, de hecho, el día anterior los padres habían estado en la escuela en una especie de ceremonia de despedida. Nada hacía presagiar que menos de 24 horas después un tarado, que acababa de cumplir 18 años, había comprado armamento suficiente para acabar con la vida de todos ellos. Nadie le impidió comprar las armas, entró en una tienda y salió de ella con un fusil y una pistola, nadie le preguntó, nadie se preocupó de si el asesino tenía algún problema, nadie ni nada se lo impidió.

Salió de la tienda armado, disparó contra su abuela, fue hasta la escuela, se atrincheró en una clase y mató a 19 niños y a dos profesoras. Fin de la dramática historia. Un escalofrío recorrió Estados Unidos y nos alcanzó a todos nosotros. Pero ya está. Desde fuera miramos con incredulidad lo que allí pasa, nos preguntamos una y otra vez cómo es posible, cómo es posible el libre acceso a las armas, cómo es posible la fuerza del lobby de las armas, cómo es posible que haya un partido que les apoye, cómo es posible que nadie hasta hoy, y centenares de matanzas después, haya hecho nada. Desde dentro no encontramos ninguna reacción que nos parezca lógica, más allá de las condenas emotivas, empezando por el propio presidente Biden, o reacciones individuales de políticos y personajes diversos.

Ya está, no olvidemos que la matanza de Uvalde se produce solo 10 días después de otra en Búfalo. Un loco racista que entró en un supermercado porque quería matar negros. La pregunta es cuál y dónde será la próxima, quiénes serán los objetivos, porque ahora mismo puede haber alguien en Estados Unidos comprando armas para la próxima matanza porque, otra vez, nadie se lo impedirá, nadie le preguntará, nadie lo cuestionará. Porque a pesar de la conmoción momentánea, de las vigilias y de las declaraciones de intenciones, no parece que haya una voluntad política decidida, un movimiento político que esté trabajando para impedir que dentro de poco estemos hablando de otra matanza.