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¿Qué pasa con el trigo?: las terribles consecuencias para los pobres del cierre del granero de Europa

Tras tres meses de guerra en Ucrania, el conflicto causa estragos en la economía mundial. Bruselas acusa a Rusia de usar los cereales como arma en su invasión

¿Qué pasa con el trigo? Las terribles consecuencias para los pobres del cierre del granero de Europa

Madrid

Ucrania ya lleva tres meses en guerra y este conflicto está haciendo mella en la economía mundial. Precisamente sobre esto se ha hablado en el foro económico de Davos, donde la Comisión Europea ha acusado a Rusia se usar los cereales como arma en su invasión de Ucrania. Ursula Von der Leyen ha llegado a acusar al gobierno de Putin de bombardear los almacenes.

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Ucrania había sido bautizada antes de la invasión como el "granero de Europa", así que el depósito de maíz, trigo y girasol está ahora mismo bajo asedio a todos los niveles: en las tierras de cultivo los bombardeos han reducido la superficie cultivable entre un 25 y un 30%; en el aprovechamiento de esas tierras, cuyo rendimiento cae a la mitad; y, sobre todo, en los puertos donde hay bloqueadas entre 25 y 30 millones de toneladas de grano.

Para poner en perspectiva qué significa eso, en los puertos está bloqueada la cantidad de grano que importan medio centenar de países. Y Ucrania no es sólo el granero de Europa. También es el granero de España. El 30% del maíz que importamos viene de allí y el 60% del aceite de girasol, el 17% del trigo y el 15,4% del grano que importamos es también ucraniano. Así que tenemos un problema de abastecimiento general en Europa y particular en España.

Efecto dominó

La FAO, la agencia de la ONU para la alimentación, denuncia que esos bombardeos han provocado un efecto dominó que está cerrando no solo Ucrania, sino otros puntos clave en el planeta que dejan ya una crisis alimentaria global. Hay un "efecto dominó" con otros puntos clave: India es el segundo productor mundial de trigo, con en torno al 10% de las reservas de grano del planeta y era la despensa de reserva.

India había aumentado sus exportaciones un 250% –7 millones de toneladas de trigo– pero los precios han subido tanto que ha prohibido exportar durante un año para calmar a su población. Ha prohibido las exportaciones de trigo y cereales (soja y aceite de Palma) durante un año.

Lo mismo ha ocurrido en Sri Lanka donde las protestas en la calle de población que no puede pagar la comida ha llevado a cerrar también ese mercado. Puede parecer lejano, pero Sri Lanka, que tampoco exporta ya, se cierra el primer mercado de exportación de aceite de palma. Así que se ha cerrado el granero europeo y el asiático. El grano que queda en el mercado es tan escaso que su precio está ya disparado en precio.

Las consecuencias que pagamos

Todo esto aquí significa precio caro y fuera de aquí significa hambre y revoluciones políticas. La inflación ya está en el 8,3% y no se ha disparado sólo la energía: el trigo ha subido un 31% su precio, así que la cesta de la compra de los alimentos se dispara. Y es importante porque significa que se dispara la inflación de los más pobres.

El aceite ha llegado a experimentar subidas de precio del 15,6% en un solo mes y del 48,8% en apenas un año. Los cereales, en torno al 13%. La subida de precios se ha generalizado y, si antes sólo uno de cada cuatro productos se encarecía, ahora son dos de cada tres. El porcentaje de bienes y servicios que registran crecimientos de precios superiores al de los salarios (2,3%) ha saltado de un 25% al 65%.

Fuera de aquí también lo pagan los más pobres. Según la FAO, más de 260 millones de personas adicionales caerán en la pobreza extrema, alcanzando un total escalofriante de 860 millones en el mundo y 47 millones de personas más van a caer en hambrunas.

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