¿Es posible una semana laboral de 4 días en España? La respuesta de Santiago Niño
Nuestro economista de cabecera se asoma a La Ventana de los Números, como cada miércoles, para analizar la pérdida de poder adquisitivo y la inflación
Santiago Niño: ¿Es posible una semana laboral de 4 días en España?: la respuesta de Santiago Niño
Madrid
Bélgica es el único país europeo que ha aprobado la reducción de la jornada laboral. En España, esta demanda social solo ha prosperado en forma de partida presupuestaria después de que Más País pactara 10 millones de euros con el Gobierno para su fomento. Pero, ¿es posible que se materialice en nuestro país? Para el economista Santiago Niño, la respuesta está en la productividad.
"Si se reduce el tiempo de trabajo y no aumenta la productividad, los salarios no pueden mantenerse", asegura Niño. Sin esa condición, apunta, se requeriría de una subvención pública para compensar el coste. Este mandamiento económico está supeditado al sector laboral: "en según qué actividades es imposible reducir el tiempo de trabajo", apunta.
Precisamente, en el sector tecnológico esta medida de conciliación laboral es más moldeable, como atestiguan desde la primera empresa española en implementarla, Software DELSOL. "Por suerte no se ha visto reducida la facturación, sigue creciendo en un 20%", ha declarado su responsable de Recursos Humanos, Ana Arroyo.
"Trabajamos cuatro días a la semana, pero la empresa permanece abierta cinco. Tuvimos que aumentar media hora más de jornada laboral y suprimir la interrupción", matiza Arroyo. Todo ello sin vulnerar la "condición" por la que aceptaron sus trabajadores: "No ha habido reducción salarial", declara. Desde enero de 2020, la jornada laboral en invierno ha pasado de 40 horas a 34-36, mientras que, en verano, desciende hasta las 28 horas semanales.
"La pérdida de poder adquisitivo es una salvajada y es insoportable"
Al igual que ocurre con la reducción laboral, mantener los salarios es un atenuante para el aumento de la inflación. Ante los pronósticos del Consejo General de Economistas, que sitúa el aumento del IPC en más de un 7%, Niño apunta que un aumento salarial no solo es imposible de acometer para la mayoría de empresas sino que aceleraría la "espiral precio-salario". Es decir, "cebaría aún más la inflación y añadiría a la inflación de oferta una de demanda", explica.
Ante estas predicciones, un trabajador con el salario más común (aproximadamente 18 mil euros anuales) “perdería un 16% de poder adquisitivo que es una salvajada y es insoportable”. Para el también autor de 'Futuro, ¿qué futuro?' esta tendencia se presenta en los supermercados donde se experimenta "una reducción del número de trabajadores y de la periodicidad de compra".
Soluciones para frenar la inflación
"La única forma para reducir esta distorsión es consumir menos, si se consume menos energía, combustibles y electricidad hay menos presión sobre la oferta y esto ayuda a que las fábricas del sudeste de Asia se normalicen al igual que la oferta", subraya el economista.
De hecho, la reducción del gasto energético es una recomendación que ya se aplicaba en la década de los 70, el precedente más cercano a la actual escasez de oferta. Esta situación económica, concluye Niño, es difícil de gestionar para países con mayor dependencia exterior: "Alemania tiene más margen de maniobra que España".