Los Rolling Stones se regalan un concierto épico en Madrid por su 60 cumpleaños
Los británicos dieron un recital en el Wanda Metropolitano en el inicio de su gira europea donde demostraron por qué siguen siendo una de las grandes e históricas bandas de rock
Los Rolling Stones ratifican su inmortalidad en Madrid
No hay impostura, no hay nostalgia en los Rolling Stone. Han perdido a un batería. Probablemente estén ante su gira de despedida. Pese a todo, no han perdido un ápice de ese carisma y esa irreverencia con la que debutaron un 12 de junio, casi por casualidad, en 1962. Quizá sea magia negra el secreto de estos músicos, que siempre han tonteado con referencias satánicas, o quizá sea simplemente que son y han sido una de las mejores bandas de rock. Cuando se cumplen sesenta años de aquello, los Rolling no miran al pasado. Solo en esas imágenes que abrían el concierto en las pantallas laterales del escenario, donde veíamos de jóvenes y más talluditos a los miembros de la banda, incluido Charlie Watts.
Sixty se titula la gira, que han comenzado a lo grande en Madrid. Vestidos de rojo y lentejuelas, Mike Jagger y de leopardo Keith Richard. Y tras el arranque por todo lo alto, con Jagger moviendo las caderas de un lado a otro del escenario, el cantante saludaba en castellano y recordaba, siempre en tono festivo, a su antiguo batería. "Buenas noches Madrid, buenas noches España, es nuestro primer tour sin nuestro amigo Charlie y le echamos mucho de menos", espetaba en un esforzado castellano, sin bajar ni un minuto la energía y el fulgor.
Ni siquiera los fans de los Stone se permiten ser nostálgicos, son rockeros, como sus ídolos, esos que en los sesenta y setenta cambiaron la música rock. Por eso bailaron y corearon como si no hubiera mañana, como si fuera el último concierto, pero también el primero. Así se sucedieron los clásicos, empezando por Street fighting Man, 19th Nervous Breakdown, Sad Sad Sad, Tumbling Dice.
Entre fotos prohibidas con el Gernika, con el Ángel Caído, Mike Jagger parece haber practicado el español: "Tocamos esta canción por primera vez, vamos a ver qué tal", explicaba Mike Jagger para dar paso a Out of Time, coreada en el estribillo por todo el estadio. Después llegó Beast of burden, la canción más votada por Internet para incluirla en el repertorio. You can't always get what you want, Linving in a Ghost Town y la gran explosión que llegó con Honky Tonk Woman con carrera de Jagger por la pasarela incluida. Y sin un jadeo.
Un escenario enorme decorado en rojo y amarillo con una plataforma de grandes dimensiones ha permitido lucirse al cantante, acercarse casi al centro del estadio, haciendo vibrar a los miles y miles de fans del Wanda Metropolitano que estaban exultantes, casi tanto como los músicos. El grupo se ha modernizado, siempre han lucido bien la escenografía, y ahora cuentan con el trabajo de Stugish, quienes han organizado las giras de Beyoncé, Madonna o Lady Gaga. Luces, pantallas, cámaras...
"¡Ay qué maravilla!", gritaba el cantante entre canción y canción. Y antes de cambiarse de chaqueta presentó a todos los miembros de la banda, dio las gracias a los teloneros -Sidonie, Vargas Blues Band y su sobrino- y dejó a Keith Richards al frente de la banda, como si no hubieran existido las peleas y desencuentros entre ellos. el guitarrista dio paso a Happy. También hubo un momento para lanzar confeti rojo de la pista para celebrar el cumpleaños de Ron Wood, que ya suma 75. Richards se quedó en el centro del escenario para la siguiente canción: Slipping away y después todo volvió a su cauce sonando la imprescindible Missing you.
Nada podía para esta noche a Mick Jagger ni siquiera otro rito satánico, mencionar el Real Madrid en el Wanda Metropolitano, el estadio del equipo rival. "He estado por las calles de Madrid, ¡qué ruido!", soltaba Jagger en lo que podría ser una respuesta al tuit del alcalde Almeida. "Es aquí el Real Madrid", añadí en un concierto donde las banderas del atleti se desplegaban con la misma soltura y orgullo que las que llevaban impresas el mítico logo de la banda, la boca roja con la lengua.
Llegó el momento de Midnight Rambler y entonces se produjo el in crescendo. Start me up elevó al público, que se mantuvo bien arriba con Paint it black y, por supuesto con Sympathy for the Devil. Sonaron Jumplin' Jack Flash y como coda: Gimme Shelter y, sin spoiler, pero el final no podía ser otro que (I can't get no) Satisfaction.
Madrid llevaba años de pandemia, sin grandes eventos y la noche de este 1 de junio, el inicio de la gira Sixty era algo como una fiesta, como una catarsis colectiva. Grupos de amigos, familias, parejas han canturreado las canciones que son bandas sonoras de varias generaciones. Dato curioso si tenemos en cuenta el momento de cambio social que también afecta a la música.
Durante la pandemia vimos muy lejos la vuelta de eventos como este, con más de 45.000 personas, con grupos que han perdurado seis décadas. En un momento en el que la música se escucha Spotify o incluso Tik Tok, la complicidad de los fans con los Stone, señores de más de 70 años, y que llevan tiempo sin sacar ningún tema nuevo, tiene algo de especial. Igual es satanismo, igual nostalgia o, simplemente, música.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...