La Ventana conmemora el 95 aniversario de Iberia

Madrid

En el imaginario de la sociedad española, Iberia es más que la aerolínea insignia del país. Es el reencuentro con el hogar tras un largo periodo fuera, el primer contacto con ese destino soñado o la empresa en la que trabajó un familiar. Tras 95 años desde su primer despegue, La Ventana hace escala en el Espacio Iberia de Madrid para ver su estela casi centenaria en el libro de historia de la aviación mundial.

En este espacio, ubicado en la calle Velázquez 37, se expone parte de la historia material de la aerolínea. Desde los uniformes de la tripulación de cabina, diseñados por glamurosas firmas españolas, hasta carteles retro o una muestra fotográfica. Pero, sin duda, el principal atractivo es la experiencia a bordo, en la que se podrá disfrutar de todas las comodidades de la Clase Business.

Tras el parón de la aviación civil a consecuencia de la pandemia, desde Iberia son optimistas. “El verano va a ser muy bueno”, apunta Juan Cierco. El director comercial de la aerolínea, que se describe como un “optimista”, piensa que “la gente tiene ganas de volver a vivir”, aunque reconoce que una de las consecuencias negativas de la crisis sanitaria es la “menor previsión”.

“Desgraciadamente la pandemia ha provocado que la mayoría de los clientes compren con menos previsión, hace unos años sabíamos cómo iba a ser el año siguiente”, señala Cierco. En cuanto a la subida de precios de los billetes, señala que “la subida del combustible ha penalizado”. “Había vuelos que resultaban más rentables dejarlos en tierra”, destaca aunque en un nuevo acto de optimismo matiza que “la aviación viene permanentemente en crisis”.

Biocombustibles, una alternativa cara

Iberia es pionera en el uso de biocombustibles para vuelos de largo radio. En concreto, gracias a la cooperación junto a Repsol, ha operado tres operaciones: Washington, Dallas y San Francisco. “Es parte de esa transición energética, pero es carísimo”, asegura Cierco.

Reconoce que “no hay alternativas a los vuelos de largo radio” y transoceánicos, pese a la postura que defienden algunos sectores medioambientales. Pese a la prueba piloto para que la aviación sea sostenible, los poderes públicos también tienen que invertir, matiza.

"Aviación" en femenino

El papel de la mujer en la aviación civil continúa siendo anecdótico más allá de la cabina de tripulantes. “La proporción de mujeres pilotos sigue siendo escasa, hay menos de un 10%”, destaca Cierco. Pero, aunque “cada vez son más las que quieren ser pilotos y van rompiendo barreras”, las campañas en escuelas y universidades siguen sin calar: “Cuando abrimos convocatorias de formación para pilotos recibimos pocas solicitudes de mujeres”.

Aunque existen casos de excepción, asegura Cierco. Una de las jefas de ingeniería “es mujer y tiene a su cargo a 600 mecánicos”. Por otro lado, rememora un hito que se produjo en 2014 cuando, por pura coincidencia, la tripulación encargada de un vuelo hacia Sao Paulo estaba conformada íntegramente por mujeres.

De padres a hijos

“Mi primer vuelo fue un Madrid-Viena en un Airbus 321”, recuerda Germán Salto, piloto de Iberia. “Venía de aterrizar con cajas y de repente aterrizaba con gente detrás”, ironiza sobre su cambio de pilotar vuelos de carga a manejar aeronaves destinadas al transporte de pasajeros. Su padre era piloto de la aerolínea, “una herencia” que esclareció su futuro laboral.

“Mi madre me dejaba con el coche en la academia Cuatro Vientos y yo luego cogía la avioneta y a volar”, rememora, entre risas, sobre su vocación prematura. Actualmente maneja el A-330, que en términos automovilísticos es “un autobús” del aire. Más allá de su amor por la aviación, Salto es músico y ha publicado tres discos: “Me da mucha libertad artística tener independencia económica, no dejaría la aviación”.