Un saludo con la mano abierta

Madrid

Buenos días a todos y un saludo con la mano abierta.

La verdad es que me acuesto todas las noches con el puño cerrado porque caigo en la tentación de oír y ver los resúmenes de la prensa y los titulares de los periódicos. Pero como el tiempo se ha convertido en vértigo, en prisa, en mercancía de usar y tirar, me atrevo a vivir en una noche la historia que los exiliados españoles tardaron 40 años en asimilar.

Me explico. Acabo de viajar a Roma para participar en un homenaje dedicado al exilio español que organizó la embajada de España, la Academia de España en Roma y el Instituto Cervantes.

Una maravilla disfrutar de un homenaje a María Teresa León y Rafael Alberti, en las escalinatas que bajan de la Piazza di S. Pietro in Montorio a Via Garibaldi. Una emoción ver la propuesta de los artistas Miki Leal y Clara Montoya: el oleaje de El Puerto de Santa María y la mesa de trabajo de María Teresa con la ciudad eterna a sus pies.

En esa mesa de trabajo escribió María Teresa su Memoria de la melancolía. Después de muchos años de exilio, les explicaba a los jóvenes que ya era hora de que España solucionase sus problemas con las palabras justas en vez de con gritos, mentiras y violencias. Por eso Rafael Alberti, nada más bajarse del avión en Madrid, en 1977, declaró que había salido con el puño cerrado, pero volvía con la mano abierta.

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Yo he vuelto de Roma dispuesto a hacer en una noche lo que ellos tardaron en asumir casi 40 años. El tiempo vuela. Ayer me acosté con el puño cerrado, que si esto, que si lo otro, y hoy os saludo con la mano abierta. Muy buenos días.