Es entre los ricos donde anida el germen de la insurrección
¿Han oído alguna vez eso de que la fruta últimamente no sabe a nada? Es falso
Miguel Sánchez-Romero: "El peaje a pagar por el silencio de las cacerolas"
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Madrid
¿Han oído alguna vez eso de que la fruta últimamente no sabe a nada? Es falso. La que cuesta cara sabe de puta madre. El problema es que mucha gente no puede costeársela. Estoy convencido de que el próximo paso evolutivo que dará nuestra especie será que solo la gente con alto poder adquisitivo conserve las papilas gustativas. El resto la perderá por falta de uso.
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Los melocotones, por ejemplo, solo empiezan a adquirir sabor a partir de tres euros el kilo. A partir de cinco el sabor, además, te gusta. Ocurre también con las verduras. Si comparas un tomate de a un euro el kilo con uno que cueste seis pasa lo mismo que si me comparas a mí con George Clooney: nadie diría que compartimos un 99 por ciento de nuestros genes. Por no hablar de esos tomates que suben hasta los casi diez euros el kilo. Sí, existen. Y la Organización Mundial de la Salud debería advertir que tienen la misma capacidad adictiva que los opiáceos.
Por eso es importante que sigamos cuidando a las rentas altas con becas y todo tipo de ayudas. No es fácil salir del tomate del raf gourmet. Aunque injusto, es un peaje que debemos pagar a cambio del silencio de las cacerolas.
Pese a lo que diga la izquierda revolucionaria, la rebelión nunca llegará desde el bando de los pobres. beca. A diferencia de los pobres que solo quieren dejar de serlo, los ricos no están dispuestos a permitir ni siquiera serlo un poquito menos. Por eso hay que cuidarlos. Para evitar trifulcas y altercados. El único peligro al que se enfrenta el sistema es que los ricos empobrezcan de repente, porque en cuanto probasen un tomate de a un euro el kilo sabrían todo lo que se están perdiendo y montarían la revolución.