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¿Qué está pasando entre Kosovo y Serbia? Claves para entender el aumento de las tensiones en los Balcanes

El Gobierno de Kosovo ya intentó vetar los documentos de identificación y matrículas serbias en septiembre de 2021

Soldados de la KFOR de la OTAN en la frontera de Kosovo en 2021. / ARMEND NIMANI

Más de 20 años después de la guerra, las tensiones entre Kosovo y Serbia se reavivan. A pocas horas de la entrada en vigor de la prohibición de documentos y matrículas serbias, una polémica medida que el Gobierno kosovar tenía previsto aplicar a partir del 1 de agosto, ciudadanos serbios han levantado barricadas y han bloqueado pasos fronterizos y carreteras.

La Fuerza Internacional de Seguridad para Kosovo (KFOR) de la OTAN ha advertido de que está dispuesta a intervenir si se pone en peligro la estabilidad en el norte de Kosovo. "La KFOR tomará todas las medidas necesarias para mantener un entorno seguro en Kosovo en todo momento, de acuerdo con su mandato de la ONU", ha explicado en un comunicado difundido a través de su cuenta de Twitter.

En respuesta a la escalada del conflicto diplomático, el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, ha anunciado que prorrogará la fecha de aplicación de las nuevas normas fronterizas hasta el próximo 1 de septiembre, con la condición de que "se eliminen todas las barricadas y obstáculos". Lo que pasará entonces todavía es una incógnita.

¿De dónde viene el conflicto diplomático?

Para encontrar las raíces del conflicto en Kosovo hay que remontarse, como mínimo, a 1913, cuando el territorio pasó a formar parte de Serbia tras la Primera Guerra de los Balcanes. Hasta entonces, había pertenecido al Imperio Otomano y buena parte de la población era de etnia albanesa. La población serbia fue aumentando, paulatinamente, a partir de la anexión, pero durante la Segunda Guerra Mundial el territorio cayó bajo dominio de la Italia de Mussolini, que trató de crear una Gran Albania —formada por la suma de Albania y Kosovo— y expulsó a los serbio-kosovares.

Tras la victoria de los aliados, Kosovo se integró en la República Federativa Socialista de Yugoslavia. En 1947, se le concedió el estatus de región autónoma de Serbia; y en 1963, fue declarada provincia autónoma. En 1974, el estatus político de Kosovo mejoró aún más, al otorgarle la nueva constitución yugoslava un conjunto ampliado de derechos políticos que, en la práctica, se traducían en una situación de autogobierno.

La muerte del mariscal Josip Broz 'Tito', jefe de Estado de Yugoslavia, en 1980, unida a una profunda crisis económica creó el caldo de cultivo para un nacionalismo albano-kosovar que se opuso frontalmente a la idea de una Gran Serbia en la que se incluyeran Serbia, Montenegro, Bosnia, gran parte de Croacia, Kosovo, e incluso zonas de Rumanía, Bulgaria y Hungría.

Con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de Yugoslavia, explotaron los conflictos independentistas y étnicos en los Balcanes. A las guerras de Eslovenia, Croacia y Bosnia les siguió, en 1998, la guerra de Kosovo. En ella se enfrentaron las fuerzas yugoslavas —compuestas por Serbia y Montenegro— y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), que contó con el apoyo de la OTAN desde marzo de 1999. Tres meses más tarde, el 3 de junio de 1999, el presidente serbio, Slobodan Milošević, aceptó los términos de paz y el Parlamento apoyó su propuesta en una sesión en la que algunos diputados llegaron a las manos.

Un grupo de mujeres atraviesa la frontera entre Serbia y Kosovo en abril de 1999.

Un grupo de mujeres atraviesa la frontera entre Serbia y Kosovo en abril de 1999.

Después de la guerra, Kosovo se convirtió en un territorio autónomo con el apoyo de la ONU, organismo que se encargaría de mediar en las negociaciones sobre el futuro estatus del territorio. El plan de independencia propuesto por Kosovo fue rechazado en todo momento por Belgrado. En este contexto, el Parlamento de Kosovo declaró la independencia de la región de forma unilateral en 2008. Ese mismo año, obtuvo el reconocimiento internacional de 50 países.

Otros se irían sumando progresivamente hasta los 97 actuales, entre ellos Estados Unidos y la mayoría de los socios de la Unión Europea. Sólo hay cinco Estados miembros de la UE que todavía no reconocen a Kosovo: España, Grecia, Eslovaquia, Rumanía y Chipre. Rusia, China, India y Brasil son otras de las naciones que tampoco apoyan la reivindicación secesionista kosovar.

Desde 2011, Kosovo y Serbia llevan a cabo negociaciones para normalizar sus relaciones que, hasta el momento, han resultado poco fructíferas. Belgrado acusó a Pristina de violar los acuerdos para la normalización de las relaciones en septiembre de 2021, cuando ya hubo un primer intento de prohibir la entrada de los vehículos con matrículas serbias. La población serbio-kosovar, mayoritaria en el norte de Kosovo, cortó las carreteras y el Gobierno kosovar respondió con el envío de fuerzas especiales y blindados a la zona. Por su parte, Serbia elevó el nivel de alerta militar y mandó tropas a la frontera.

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Kosovo ha vuelto a intentarlo este verano. Pristina anunció en junio que no aceptaría los documentos de identidad ni las matrículas serbias en su territorio a partir de agosto, bajo el pretexto de que se trata de una medida recíproca, ya que Belgrado tampoco acepta sus documentos ni matrículas.

Según las nuevas medidas, las personas que entren en Kosovo con carnés de identidad serbios recibirán un documento temporal kosovar, válido durante 90 días. Además, las matrículas emitidas por Serbia para ciudades kosovares de mayoría serbia tendrán que ser sustituidas por las oficiales de Kosovo. El Gobierno serbio asegura que el objetivo de Pristina es expulsar a los serbios del norte del país.

¿Cuál es la postura de España y otros países?

La Unión Europea, que ha tenido un papel fundamental en la mediación entre las dos partes, ha celebrado que Kosovo haya decidido posponer un mes la medida. "Toda acción descoordinada y unilateral que ponga en riesgo la estabilidad y la seguridad en el terreno y que impida la libertad de movimiento de todos los ciudadanos en este lugar debe detenerse inmediatamente", ha exhortado el portavoz de Exteriores de la Unión Europea, Peter Stano.

El primer ministro albanés, Edi Rama, ha reiterado el "respaldo al cien por cien" de su país a las decisiones de Pristina y ha felicitado a las autoridades kosovares por "su sentido del autocontrol". "El acontecimiento de ayer es un reflejo de la dificultad profunda que tienen esas relaciones (...) El ejercicio de la soberanía en todo el territorio del Estado de Kosovo, basándose en el acuerdo alcanzado entre Kosovo y Serbia en Bruselas acerca del tema que fue motivo de esa agudización, no es solamente un derecho, sino un deber de las autoridades de Kosovo", ha argumentado.

Por otra parte, ha hecho un llamamiento a "trabajar con más testarudez por la paz": "Esta situación no demuestra que los Balcanes abiertos sean innecesarios o un error, no demuestra que nuestra actitud frente a Serbia y la política de la aproximación, del diálogo y la construcción de la paz sea innecesaria. Esta situación demuestra por qué es necesaria y por qué Kosovo debe sentarse a la mesa de los Balcanes abiertos".

El mandatario de Albania se ha referido al tema tras reunirse con el presidente de España, Pedro Sánchez, quien ha expresado sus "diferencias" sobre la posición de su homólogo albanés. "Tenemos una diferencia respecto a Kosovo, pero los buenos amigos, como son España y Albania, pueden también tener sus diferencias", ha manifestado Sánchez durante una rueda de prensa conjunta.

"Una declaración unilateral de independencia, como se dio en Kosovo, viola el Derecho Internacional", ha dicho tajante Sánchez. "España no puede estar a favor de ese reconocimiento a Kosovo", ha sostenido. "En todo caso, eso no significa que en el marco europeo no estemos apoyando, como estamos apoyando, la labor del Alto Representante (de la UE para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell), del enviado especial (del bloque, Tomas Szunyog) y, sin duda alguna, animemos a Belgrado y a Pristina en ese diálogo que han comenzado y que esperemos que pueda llegar a buen puerto", ha señalado.

Desde Rusia, otro actor geopolítico al que el conflicto entre Serbia y Kosovo toca de cerca, se transmite "apoyo absoluto" a Serbia. "Apoyamos absolutamente a Serbia. Estamos cerca de los serbios de Kosovo. Creemos que estas son demandas absolutamente irrazonables", ha expresado el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.

Asimismo, Peskov ha pedido a los países que reconocen la independencia de Kosovo que hagan uso de "toda su influencia" para advertir a las autoridades kosovares de que la toma de "decisiones imprudentes" puede derivar en "una mayor escalada de la tensión". También ha exigido que se respeten los derechos de los serbios que viven en Kosovo, en alusión a las normas fronterizas cuya entrada en vigor se ha prorrogado hasta septiembre.

José Rodríguez Sojo

José Rodríguez Sojo

Periodista, SEO y aprendiz de todo lo que me dejan en la web de la Cadena SER. Me interesa cualquier...

 
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