Una mala salud cardiovascular a los 36 años predice una mayor edad cerebral más adelante en la vida y los hombres tienden a tener cerebros más envejecidos que las mujeres de la misma edad. Así lo sugiere un equipo de investigadores liderado por la University College de Londres (Reino Unido) en un estudio publicado este martes en la revista ‘The Lancet Healthy Longevity’. Los autores calcularon la edad del cerebro de las personas mediante aprendizaje automático a partir de resonancias magnéticas. Una mayor edad cerebral se asocia con puntuaciones ligeramente peores en las pruebas cognitivas y también predice más encogimiento del cerebro (atrofia) durante los dos años siguientes, lo que sugiere que podría ser un marcador clínico importante para las personas en riesgo de deterioro cognitivo u otras enfermedades relacionadas con la salud cerebral. Descubrimos que, a pesar de que las personas en este estudio tenían edades reales muy similares, había una variación muy amplia en la edad que predijo el modelo informático para sus cerebros. Esperamos que esta técnica algún día pueda ser una herramienta útil para identificar a las personas en riesgo de envejecimiento acelerado, de modo que se les puedan ofrecer estrategias de prevención tempranas y específicas para mejorar su salud cerebral”, indica Jonathan Schott, del Centro de Investigación de la Demencia de la University College de Londres. Los investigadores aplicaron un modelo de aprendizaje automático basado en resonancia magnética para calcular la edad cerebral de los participantes del estudio, que tenían entre 69 y 72 años, pero su edad cerebral estimada oscilaba entre 46 y 93 años. Pudieron explicar aproximadamente un tercio de la variabilidad en la edad del cerebro al revisar varios factores a lo largo del curso de la vida. Las personas con peor salud cardiovascular a los 36 o 69 años tenían una peor salud cerebral, al igual que aquellas con mayor enfermedad cerebrovascular en la resonancia magnética (relacionada con el flujo sanguíneo y los vasos sanguíneos en el cerebro). Esto se alinea con un trabajo anterior dirigido por el profesor Schott que encontró que la presión arterial alta a los 36 años predecía una peor salud cerebral en la vejez. El estudio no identificó ninguna asociación entre la función cognitiva infantil, el nivel educativo o el estatus socioeconómico y un cerebro que envejece prematuramente. Los investigadores también encontraron que una mayor edad cerebral se asoció con una mayor concentración de proteína ligera de neurofilamento (NfL) en la sangre. Se cree que la elevación de NfL surge debido al daño de las células nerviosas y se reconoce cada vez más como un marcador útil de neurodegeneración.