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"Cansados" del éxodo en el tren del regreso a Zaporiyia

Centenares de vecinos de la ciudad del este ucraniano deciden regresar cada día a pesar de la escalada militar y el riesgo de la central

Algunos de los ucranianos que están regresando a su país.

Enviado especial a Zaporiyia

Uno de los iconos de esta guerra para los ucranianos son sus ferrocarriles, los famosos convoyes que no han dejado de funcionar en ningún momento, sobre todo como vía para el éxodo de más de 6 millones de ucranianos, pero que desde hace meses son también el vehículo del retorno a sus hogares de miles de familias. Esto se ha convertido en algo cotidiano en Kiev y en la mayoría de zonas al oeste de la capital, pero en las últimas semanas lo está siendo también incluso para los que a inicios de la guerra huyeron de ciudades tan castigadas como Dnipro o la propia Zaporiyia.

"Me llamo Sofia, tengo 17 años. Llevo 5 meses y medio viviendo en Estonia, en Tallin. Ahora estoy regresando a Ucrania, a casa, a la ciudad de Zaporiyia donde están mis amigos, mi novio (con el que celebrará hoy su cumpleaños) para recuperar mi estado de ánimo porque es muy complicado vivir lejos de casa. Tengo miedo de ir a la ciudad, que está cerca de la línea de frente, no obstante, ahora no parece tan peligroso como antes. No tengo mucho miedo, pero estoy preocupada" cuenta en uno de los vagones del tren que comunica Lviv con Dnipro y Zaporiya donde ella acaba descendiendo, a las ocho y media de la mañana del domingo, 21 horas después de haber salido del nudo gordiano de la salida de refugiados ucranianos, la estación de Lviv, desde donde ahora otros muchos miles emprenden el camino de regreso.

"Cuando caen bombas al menos tenemos un refugio, pero de una fuga nuclear no nos salvaría nada, por eso huimos"

"No tengo miedo de ninguna de las cosas, no más de las bombas del frente o de una posible fuga nuclear. Si pasa algo, no se podrá cambiar de ninguna forma, sin embargo, me gustaría creer que no va a pasar nada con la planta nuclear y no surgirá un Chernóbil nuevo porque sería un desastre ecológico para todo el mundo", alerta la menor, que viaja sola y que es recibida por su novio nada más pasar el control policial que da la bienvenida a los viajeros que descienden en la estación de Zaporiyia.

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Otras madres, animadas por el arranque del curso escolar, han preferido volver a Ucrania a pesar de todos los riesgos. En ese mismo tren, sin una sola litera libre, viaja una de ellas, Inna, de 37 años, vuelve con su hijo y con otros familiares, después de haberse salido un tiempo a Bulgaria, "nos fuimos a Bulgaria para descansar con mi hijo y mi amiga para una semana. Salimos de Zaporiyia el 22 de agosto, ahora estamos regresando a casa aunque tengo miedo (en ese momento su hijo repite gritando la palabra miedo), pero esperamos que la misión de los técnicos de la ONU a la planta resuelva esta situación de alguna forma. Esperamos que el sistema de seguridad esté bien arreglado. Ya pasaron muchos años de la tragedia de Chernóbil, así que creo que está más protegido", dice mirando a su familia.

La de Inna es una de la más de 14 millones de vidas forzadas a dejar sus hogares a causa del conflicto. De ellos, unos 7 millones cruzaron el algún momento la frontera para refugiarse en otro país, en su mayoría en la Unión Europea, y una cifra similar se convirtieron en desplazados internos. No obstante no hay una cifra precisa de cuántos miles han tomado el camino de vuelta desde fuera de Ucrania o de otras provincias, sobre todo desde Lviv hacia sus localidades de residencia, "la línea del frente está cerca, a unos 30 kilómetros de Zaporiyia , escuchamos muchas veces el sonido de misiles e incluso artillería. Eso da miedo, sin embargo creemos en las fuerzas armadas de Ucrania, así que regresamos a casa", dice aniñándose Inna al bajarse del tren en una estación donde muchos hombres acuden con ramos de flores a recibir a sus esposas o parejas, como Serguei que ha ido a recibir a Inna. “Ha sido demasiado tiempo sin vernos", dice después de besarla y entregarle una rosa.

Sirenas antiaéreas en la estación de Dnipro

"Sí, siguen bombardeando Dnipro, pero contamos con defensa antiaérea en nuestra ciudad, así que esperamos que se mejore la situación. En Ucrania, el cielo no está protegido en ningún lugar, desde el este de Ucrania en Kramatorsk hasta Lviv en el occidente, por eso no hay garantías. No tengo miedo de regresar, amo mi país, creo que todo estará bien. Ya me voy acostumbrando poco a poco a las alarmas, pero ahora la situación es mejor con defensa antiaérea, esperamos que los misiles no afecten nuestra ciudad y creemos en nuestra victoria", afirma Helena, una treintañera que se baja del tren en la estación de Dnipro a las cinco y media de la mañana. Al poco de descender del vagón con su hija Cristina y su amiga Natalia, y de ser recibida por su marido, la bienvenida se transforma en el sonido de las sirenas antiaéreas, así que aligeran el paso para volver al fin a casa después de casi 5 meses fuera.

Algunos ucranianos están regresando a su país.

Algunos ucranianos están regresando a su país.

"El 11 de marzo junto con mi hija conseguí salir del país en tren de emergencia que iba en dirección a Croacia. También nos acompañaron mis amigas con sus hijas. El camino fue muy largo, pasamos por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Austria, y por fin llegamos a Croacia. Pasamos 4 días de viaje. Nos recibió una mujer, que se llama María, una buena persona. Vivimos 4 meses en su chalet. Fue algo complicado, pero al mismo tiempo más tranquilo porque no escuchamos alarmas todos los días que siguen en Ucrania 5-10 veces al día. No obstante, la situación está cambiando, mejora un poco. Ya estaba cansada de vivir fuera. Tuvimos que regresar a Ucrania a finales de junio, yo y mi hija. Luego nuevamente salimos al extranjero, ahora regresamos a Ucrania porque empiezan los estudios, desafortunadamente a distancia, en línea. No sabemos cuánto más va a continuar, pero esperamos que la guerra se acabe pronto. Creemos en fuerzas armadas de Ucrania, ¡y vamos a ganar!", sentencia animada.

En el compartimento del tren donde la pequeña Cristina alterna juegos en la tableta con vómitos y tos "por la fiebre" según su madre, la amiga mayor, Natalia, de 52 años y madre de 3 hijos muestra orgullosa vídeos y fotos de la excursión que junto con Helena y la niña han hecho en los últimos 10 días por Venecia y Barcelona, "no sabemos lo que va a pasar, pero antes de regresar queríamos disfrutar un poco y conocer lugares tan hermosos como la Sagrada Familia o las obra de Gaudí" que se apresura a enseñar en su pantalla Natalia, que suma un vídeo suyo al viento de la cubierta de un vaporetto en Venecia.

Sofía, Inna, Helena o Natalia son algunos de los nombres del retorno a Ucrania, un país que parece haberse acostumbrado a una guerra que de momento se cronifica. Ni siquiera vivir cerca de uno de los grandes puntos de tensión como Zaporiya las disuade de volver a sus hogares y de retomar al menos una parcela de su vida anterior al miedo y a los peligros de esta guerra.

Algunos ucranianos están regresando a su país.

Algunos ucranianos están regresando a su país.

 
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