Abdicar

Madrid

Hoy traemos la palabra abdicar. Y no lo hacemos como queriendo decir, con aviesa intención, para meter prisa a un rey que aún no ha sido coronado, a pesar de que el rey Carlos cuente con menor aceptación que su predecesora y su sucesor, aunque muchos conciudadanos piensen que sería mejor que corriese el turno. Ese no es nuestro negociado. Traemos esta palabra porque es muy peculiar, un verbo exclusivamente monárquicó, podríamos decir. Solo los reyes abdican. Los papas renuncian, los representantes elegidos en las urnas dimiten y el común de los mortales, cuando acaban su vida laboral, se jubilan.

Y quizás, si las monarquías existentes en el siglo XXI quieren sobrevivir, modernizarse y acercarse al pueblo, podrían asumir este último verbo y hacer que sus monarcas se aparten a la edad en la que se jubilan el resto de los ciudadanos. Si Carlos fuese un ciudadano normal, llevaría ya siete años jugando al golf o al polo. Salvo prodigios, él no va a tener un reinado tan largo como el de su madre, evidentemente, pero como alcance la edad de sus padres, puede traspasar la corona a Guillermo cuando este ya tenga edad para jubilarse. Y lo que sirve para un reino, puede ser aplicado a otros.