'Ensayo sobre la lucidez', una necesaria reflexión sobre la democracia
Una novela cargada de emoción e inteligencia, llena de reflexiones y de diálogos brillantes
'Ensayo sobre la lucidez', una necesaria reflexión sobre la democracia
José Saramago nació en Azinhaga, Portugal. El 16 de noviembre de 2022 se cumple el centenario de su nacimiento por lo que este año es el año Saramago. Es un autor esencial que ha explicado como pocos el mundo que nos ha tocado vivir. José Saramago no solo ha construido una obra de una grandísima calidad literaria, innovadora, profunda, sino que además ha sido la conciencia del fin del siglo XX haciendo la labor que todos esperan de los auténticos intelectuales, removiéndonos, inquietándonos y haciéndonos reflexionar.
Entre sus obras destacan 'El año de la muerte de Ricardo Reis', 'Levantado del suelo', 'Memorial del convento', 'El Evangelio según Jesucristo', 'La viuda', 'Ensayo sobre la ceguera', 'La Caverna' -dos libros que ya os hemos contado en el programa-, 'Las intermitencias de la muerte' o 'Todos los nombres', entre otras. Le concedieron en 1998 el Premio Nobel de Literatura. Murió en Tías, Lanzarote, en 2010.
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'Ensayo sobre la lucidez' se publicó en 2003. Es una reflexión sobre la democracia más necesaria que nunca. Una novela que recupera a los personajes de 'Ensayo sobre la ceguera', cargada de emoción y de inteligencia, llena de reflexiones y de diálogos brillantes.
"Mal tiempo para votar"
Como escribe Pilar del Río en 'La intuición de la isla', el libro arranca con una frase que algunos lectores, a modo de guiño, han repetido cuando, habiendo elecciones a la vista, el día se presentaba con demasiado calor, frío, viento, lluvia o, más recientemente, para acabar de complicar los procesos electorales, con una pandemia que aterroriza a los ciudadanos. "Mal tiempo para votar", decían parodiando el arranque del libro al salir de casa para depositar la papeleta. Que en 'Ensayo sobre la lucidez' era un voto en blanco porque los ciudadanos del país sin nombre donde sucede la acción no confiaban en los candidatos de los partidos de izquierdas, derechas o del partido del medio, como irónicamente denomina a quienes a sí mismos se reivindican equidistantes o simplemente tibios.
En 2003 regresa José Saramago a Lanzarote con experiencias acumuladas de viajes por distintos continentes —África, América, Asia, también Europa— y con muchas preguntas: ¿Dónde está, en este sitio y en este otro, la democracia, que es gobierno del pueblo para el pueblo? ¿Se valora el concepto de ciudadanía o manda el negocio? ¿Se está preparando un mundo para consumidores y quien no tenga capacidad para consumir será marginalizado definitivamente? ¿Dónde están los valores del humanismo que se presentaron como salvadores? ¿Qué quedó de la idea de progreso, que era envolvente y universal? ¿Será que la ceguera persiste? Con estas preguntas se sentaba ante el ordenador.
La necesidad de intervención de los ciudadanos para que el sistema no nos aplaste
En el espíritu de José Saramago estaba su observación del mundo, las voces que le llegaban, los gritos y también aspiraciones de cambio, tantas veces expresadas en manifestaciones que desbordaban los códigos establecidos, entonces se pone a escribir y cuenta una historia de sublevación cívica, de voto de disconformidad y de exigencia de otras políticas. Hay choques de poderes en ese libro, el poder ciudadano y el poder institucional, se cuentan divergencias, hay jóvenes que preguntan quién ha sido y, como en todas las ficciones de José Saramago, la realidad es poética y libre, de modo que no hay que explicar cómo se encienden las luces de las casas cuando el poder quiere ampararse en la oscuridad o cómo el silencio de miles de personas ante la sede de la presidencia puede ser ensordecedor.
También hay esperanza en muchas páginas, tal vez no en todas porque la obstinada actualidad a veces se impone y desarma hasta los espíritus más vigorosos. En Lanzarote cuando, a la mesa, rodeado de las personas con las que habitualmente compartía los días, leyó el epígrafe y el final de la novela, el sobrecogimiento se impuso, se dieron bienvenidas al nuevo libro con brindis, sin palabras, tal vez para disimular la extraña emoción que se apoderó de todos.
La presentación de 'Ensayo sobre la lucidez' en Lisboa fue un atractivo debate político. El cartel de presentadores era de lujo: Mário Soares, que había sido presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que lo sería más tarde, y el rector de la universidad de Lisboa José Barata-Moura. El editor, Zeferino Coelho, abrió el acto recordando que se presentaba una ficción, pero la ficción quedó a un lado, los tres políticos que eran los presentadores se enzarzaron en una discusión acerca del voto en blanco y la gravedad de escribir elogiando esa posibilidad, que sería el final del sistema. José Saramago actuó de provocador esa noche. Se pusieron de manifiesto contradicciones y debilidades del sistema y la necesidad de intervención de los ciudadanos para que el sistema no aplaste. El voto en blanco quedó como advertencia, no como recomendación. Los políticos respiraron aliviados.
En este artículo se citan fragmentos del libro de Pilar del Río 'La intuición de la isla' (Itineraria Editoral)