Remigia Rodas, empleada del hogar: "Mi jefa me explicó que ya no necesitaba mis servicios. Me dijo: 'Tú estás enferma y no quiero una persona así'"
El Consejo de Ministros aprobó, el pasado martes, el nuevo real decreto en el que las trabajadoras domésticas podrán tener derecho a paro y mayor protección para su despido
Remigia Rodas, empleada del hogar: "Mi jefa me explicó que ya no necesitaba mis servicios. Me dijo: 'Tú estás enferma y no quiero una persona así'"
Madrid
Remigia Rodas llegó a España en el 2006 para trabajar como empleada del hogar. Ahora vive en el barrio de San Fermín, en Usera, a las afueras de Madrid. En su camino hacia la casa en la que trabaja ahora cuidando, cocinando y limpiando a un señor de 92 años, recuerda cómo fue uno de sus peores despidos. "Mi jefa me dijo que ya no necesitaba mis servicios. Me dijo: 'Tú estás enferma y no quiero una persona así'", rememora.
Más información
El Consejo de Ministros aprobó el pasado martes el real decreto que permitirá que las empleadas del hogar tengan derecho a paro y mayor protección frente a sus despidos. Rodas está "muy agradecida con el Gobierno", pero sí reconoce que "ha llegado demasiado tarde". "Si hubiera existido esta ley en el pasado, el tiempo que me he quedado sin trabajo hubiera podido cobrar. Cuando estuve enferma podría haber tenido derecho a la baja", dice.
En el borrador se regulan también las circunstancias del desistimiento y la figura jurídica que hasta ahora permitía despedir a un trabajador de modo unilateral mediante el pago de una indemnización y sin alegación de causa.
"Me pagaba 550 euros por hacer todo. Me explotó"
A través de una amiga boliviana que Rodas tenía en España, consiguió el billete para entrar en el país. Una señora española necesitaba una empleada del hogar. "Ella quería una chica de Bolivia para que cocinara, cuidara a sus niños, lavara... Me pagaba 550 euros para hacer todo. Me explotó", admite Rodas.
Años más tarde y después de pasar por varias familias, Rodas consiguió los papeles. Durante diez meses trabajó para una familia que le dio de alta en la Seguridad Social, pero lo que esta boliviana de 50 años no se esperaba es cómo la despidieron. "La casa era enorme y yo estaba sola. No paraba de trabajar. De la noche a la mañana caí enferma y me dijeron que estaba despedida. Fue el despido más difícil para mí. Me dieron 60 euros por 10 meses", confiesa con lágrimas en los ojos.
Rodas ahora forma parte de Senda Cuidados, una asociación que le ayuda a defender sus derechos frente a las familias. A través de esta organización encontró a Pepe, un señor de 92 años para el que ahora trabaja. Su jornada laboral es de 8 y media a 4 de la tarde y la familia "siempre" respeta sus horarios. "Son una segunda familia para mí", admite mientras ayuda a Pepe a mover el andador hacia la sombra.
Mañana Rodas volverá a la misma hora para cumplir con su trabajo, pero ahora irá a trabajar sabiendo que, si en un año la despiden como ya pasó en capítulos anteriores de su vida, esta vez sí tendrá el derecho a cobrar la prestación por desempleo. Pepe, su jefe, admite: "Estoy muy contento por ella. Yo por ella haría lo que fuese".
Laura Álvarez
En Hoy por Hoy Madrid Oeste, anteriormente en...