Dios salve a Camilla

Madrid

Mi mirada de hoy no va a sorprender a nadie porque me parece que no se puede hablar de otra cosa que no sea ella. Una de las figuras históricas que más me ha inspirado desde que era niño. Un referente vital y modelo que he intentado seguir en los momentos difíciles. Me refiero, efectivamente, a la reina de Inglaterra, Camilla Parker.

Desde este sábado, todos los que alguna vez hemos sentido que no éramos la opción favorita de nuestras suegras, tenemos alguien a quien respetar. Si tú también has creído que siempre hay alguien más joven, más guapo y mejor preparado que tú para ocupar tu puesto, tranquilo, tranquila, a partir de ahora podremos mirar a su trono y recordar que hasta ahí ha llegado una de los nuestros.

Que por más difícil que se nos pongan las cosas, la corona es lo último que se pierde. Si algún día te sientes cuestionado por toda la gente que te rodea, piensa que para Camilla no fue un día, fueron treinta años. La metamorfosis de oruga en mariposa más larga que ha registrado la biología.

Camilla ha hecho más por la victoria final que el Che Guevara, más por el amor imposible que Camilo Sexto y más por las remontadas que el Real Madrid, que a partir de ahora debería jugar en el Estadio Santiago Bernabeu Parker Bowles.

Camilla, nuestra Camilla, nos ha enseñado que el amor romántico no es un cuento de hadas que se pueda diseñar en un despacho. Que la felicidad, al final, como mucho, es vivir en un cuento de Támpax.

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Yo, que no soy monárquico, pero alguna vez me he sentido segundo plato, por fin tengo una reina a la que adorar. Ojalá que cuando muera la beatifiquen para que yo, que no soy creyente, tenga una virgen a la que rezar.

Dios salve a Camilla.